TRAS LOS CANTOS DEL TESSAOUT, DE MARRAKECH A IFOULOU
Nelo | July 21, 2015En Marrakech, a finales de junio, hace un calor que ni siquiera se lo merecen los desafortunados turistas que han elegido estas asfixiantes fechas para venir hasta aquí, mientras pasean en pantalones cortos, camisetas de tirantes y chanclas, quemados por el sol, rojos y escocidos como gambas, ante una población local que ya está más que acostumbrada a estas cosas.
Como yo ya lo sabía, esta vez reservé una habitación con aire acondicionado para al menos poder dormir, en un hotel de 20 euros con desayuno incluido. Desde luego puedo gastar mucho menos en otros sitios, pero pienso tirarme unos cuantos días andando por las montañas, así que me doy el lujo.
Y ya que hablo de montañas, voy a contar un secreto, disculparme los que ya lo sabéis por no descubriros nada nuevo, pero los demás tomad buena nota, existe un valle muy adentro y muy arriba en plena cordillera del Atlas. Son las tierras altas de Marruecos.
Un valle ideal para viajar en verano a Marruecos mientras el resto de los viajeros se achicharran en ciudades o desiertos. Un valle único, no muy tocado por el turismo, donde hasta ahora, ninguna carretera se adentraba en él y sus pueblos mantenían casi el mismo sistema de vida vigente durante los últimos siglos. Son habitantes son imazighen, bereberes puros de montaña, el último valle de habla tachelhit hacia el este. De una naturaleza indomable, rodeado de picos de 4000m., con un río de verdad, el Tessaout, un río bravo, de alta montaña que sirve de nexo a todos los pueblos y aldeas desparramados por sus casi desconocidas orillas.
El Río Tessaout, auténtico valle perdido, paraíso para el que viene de fuera.
Tened en cuenta que el primer europeo en adentrarse en el gran atlas fue René Euloge y lo hizo en 1927. Es decir que después de haber sido ya descubiertas las fuentes del Nilo, los grandes lagos, recorrido el desierto de Libia, más que visitada Tombuctú y dadas por terminadas todas las grandes exploraciones africanas, el Gran Atlas seguía siendo totalmente desconocido, terra ignota pura.
Ello no quiere decir que hoy en día siga así, tampoco exageremos.
Los alpinistas han hecho muy conocidas ciertas partes de la gran cordillera, especialmente las zonas cercanas a los cuatromiles, y también el turismo de desierto ha desarrollado una fuerte infraestructura en muchas partes de la vertiente este, la que mira hacia Argelia, pero quedaron zonas de muy difícil acceso, y algunos pueblos donde aún hoy en día siguen extrañándose mucho de ver un extranjero. Debemos entender bien la complicada orografía del terreno, el clima extremo en invierno, y la bravura de estas gentes en un pasado bastante cercano. Hoy en día el Tessaout es atravesado por no pocos trekkings que atraviesan este eje del Gran Atlas, pero siempre suelen hacer el mismo recorrido: Imi N Ikiss-Magdaz-Telouet. Fuera de él existen valles adyacentes donde no veremos un solo forastero.
Queda aún lugar para la auténtica aventura, eso sí, conviene tener muy claro que en caso de accidente tendremos que saber salir con nuestros propios medios y con la ayuda de los habitantes de la zona. No esperar ningún tipo de rescate efectivo por parte del estado. No existe. Este trágico último año así lo demuestra.
Están llevando ahora mismo la carretera asfaltada, la luz eléctrica y el agua a gran parte del valle. No podemos saber en que sentido afectará tan grandes cambios a la zona, imagino que beneficiará a sus habitantes y hará que se parezca más a otras zonas más visitadas, más turísticas y mucho más caras, como el valle de Aït Bougoumez, y tal vez desaparezca el exotismo, que egoístamente, algunos viajeros buscamos. Y es que es tan difícil no quedarse con la boca abierta la primera vez que aparecen ante nuestros ojos pueblos como Magdaz…
Magdaz es uno de los últimos lugares en Marruecos donde aún se puede escuchar la llamada a la oración sin altavoces, a viva voz.
A buen entendedor pocas palabras bastan. Si no lo conoces date prisa en viajar hasta allí. Es muy fácil, hay casi en cada pueblo una gite de montaña, son baratas, básicas y acogedoras. Lo único que hace falta son unas piernas para caminar entre las montañas y ganas de estar fresquito en verano. Saliendo desde Marrakech tomar un taxi compartido a Demnate, y aquí una furgoneta hasta Ifolou. Nada más, ya has llegado, aquí está la gite de etape de Hanini, dormirás y comerás, bueno, bonito y barato.
Ponte en sus manos, te explicará la zona si deseas ir por libre o te proporcionará guías y mulas si deseas ir acompañado.
http://gite-ifoulou-tassaout.com/es/
Pero eso será mañana, ahora mismo estoy en Marrakech y todo el gentío que evita salir durante el día bajo riesgo de derretirse sobre el asfalto, espera la noche para hacerlo, por lo que después de cenar, Marrakech bulle.
Emocionante ese momento en que uno llega a un lugar, deja la mochila en el lugar donde va a dormir, y se lanza a las calles.
Enseguida me junto con dos buscavidas locales. S., negro, con barba y pequeñas rastas puntiagudas, y su compadre, el Cojito Feliz. Estuvimos por las calles de Gueliz, charlando y fumando hasta tarde, viendo a la gente que salía de fiesta por Marrakech. No me trataron mal, al contrario, me trataron de lujo pese a intentar sacarme lo máximo, obligación sin ecuánime de todo buen buscavidas.
Marrakech es odiada y amada a partes iguales. A mí personalmente me encanta, aunque hay extranjeros que repudian de ella, y en parte les entiendo, suele ser gente que se queda enganchada en la plaza Jama El Fnaa y alrededores. Es un error, en mi opinión. Si ya conoces la famosa plaza y su medina no hace falta que vuelvas a ella. Marrrakech es mucho más que Jma El Fnaa, pretender tomar un buen té aquí, o pretender comprar algo bueno y barato en la medina es una estupidez. Yo huyo, como huyen muchos de los habitantes de la ciudad, de esa zona. Así que si quieres ver un buen mercado local vete a Bab Doukkala, si quieres ver un barrio realmente popular pasea por Ain Itti, y si quieres cenar o tomar algo puedes hacerlo en Gueliz, o en un montón de sitios más. Compra tus babuchas cuanto más lejos de aquí mejor, y si te quieres poner la hena (¡sólo para mujeres por favor!) hazlo en cualquier sitio antes que éste.
Esta noche llego a mi hotel derrotado, he querido andar desde el aeropuerto al hotel porque quería cansarme, viajo esta vez con una carga emocional fuerte que hace que duerma muy poco, y entre la caminata y la noche con los buscavidas llego medio muerto a mi habitación, donde me tengo que reventar ampollas en los pies. Empiezo bien y aún no he pisado la montaña…
Al día siguiente bajo un sol de mil demonios me planto en la estación de taxis de Bab Doukkala.
La plaza en taxi colectivo hasta Demnate cuesta 60 dirham pero hay que esperar a que se llene el taxi, y como es mediodía, tarda bastante. El viaje de un par de horas también se me hace pesado, la espera de varias horas hasta que parte la furgoneta hasta Ifoulou y las casi cuatro horas hasta llegar allí también se me hace muy largo. Desde luego viajar es una actitud y yo esta vez tengo la sensación que no tengo la correcta. Expurgaré mis penas a base de caminar en la montaña. La bienvenida a Ifoulou es cálida y muy acogedora pese a que, en esta mi primera vez, no me conocen de nada.
Duermo mal, no sé si sueño que lloro, o lloro dormido, pero me despierto en mitad de la noche y tengo que secarme el rostro, sorprendido. Al otro lado de la ventana ruge el río Tessaout, hace incluso frío, el aire huele a vegetación y agua. Los ecos de un burro rebuznando rebotan en las paredes casi verticales que encajonan el valle, arriba la franja de cielo que se libra de ser engullida por la negror de las montañas está plagada de estrellas. La primera llamada a la oración me anunciará que ya tengo que esperar poco a la luz del sol, después sólo tendré que poner un pie delante de otro y respirar. Las sabinas, las piedras de las montañas y los mares ondulantes de cebada al viento, de donde parten melodiosas canciones de las afiladas voces de las mujeres que siegan la cosecha, harán el resto.
Y yo, sudando bajo el turbante, resucitaré una vez más.
En Marruecos, cómo no.
El aire del alto pico de Tazerzemt está helado
Dura es la piedra negra de L´Ighil Tazoult
La fuente de los Aït Hamza está helada
Duros son los bosques de robles de Mesgounane
La nieve de Aït Abdi está fría
Duro es el acero del filo de mi puñal
UN CORAZÓN MÁS FRÍO
Mririda n Aït Attik
Rene Euloge.- Les Chauts de la Tassaout