TÚNEZ POSREVOLUCIÓN, CARTA A LAS MOCHILERAS VEINTEAÑERAS
Nelo | June 27, 2014Cuando la ceremonia de vivir se te empiece a repetir,
Si en la película de ser mujer estás harta de tu papel,
Pisa el acelerador… márchate lejos
Pisa el acelerador… es mi consejo
Pisa el acelerador… huye del nido
Pisa el acelerador… qué divertido
Rompe el código de la circulación
Y pisa el acelerador.
Voy por Túnez rumbo sur, a la isla de aromático nombre de Djerba. En Gabés tengo que encontrar otra furgoneta que vaya a Houm Soukt, capital de la isla.
Viajo sólo acompañado por Garganta Profunda, mi fiel y vieja mochila, mil veces remendada y aunque sus correas se claven en mis hombros no estoy dispuesto a deshacerme de tan entregada compañera.
Preguntando encuentro el taxi, es colectivo y todos esperan a que me acabe de comer mientras les miro por la ventana del bar. Sonríen, me dicen que no hay problema ¿Quién tiene prisa?
Para acabarlo de arreglar cuando estoy cargando el equipaje le tiro café al hombre que vende los billetes. Me disculpo, me ofrezco a pagarle otro, no acepta, insisto, insiste, es agradable, me hace sentir bien.
Y para rematar, cuando un chico se baja para avisarme que nos vamos, ocupo su sitio, relegándolo a él al corral. Me doy cuenta de todo ello más tarde pensando en cómo me podía haber tocado el asiento más codiciado del taxi si subí el último. El chico, tal vez porque ha visto que soy extranjero no quiso decirme nada.
Enseguida os mando el mensaje a las mochileras jóvenes pero dejad primero que os hable de una maravilla que encontré. Una cosa lleva a la otra.
A veces uno encuentra lo excepcional, el albergue juvenil de Houm Soukt en la isla de Djerba es el más bonito que he visto en mi vida.
En un caravasar de varios siglos de historia –antigua parada y fonda de caravanas de camellos- ubicado en el casco viejo de la capital de la isla.
Barato, acondicionado pero sin moderneces, ni tonterías innecesarias ni superfluas. Una gran edificación con habitaciones en torno a un patio central arbolado, encalado todo en blanco y azul, camas espartanas que son colchones encima de bancadas hechas en piedra, con tragaluces incrustados en vastos muros, encanto y armonía oriental en estado puro, sin haber sido a propósito buscada, sino como resultado de lo que no podía haber sido otra cosa ni de otra manera, directamente importada de tiempos pasados.
Menos de tres euros por noche es su precio. Desayuno incluido.
Menos de noventa euros al mes si alguien decidiese quedarse ese tiempo sin negociar.
Mientras estoy allí sólo hay ocupadas dos habitaciones más. Una la ocupa un árabe, y la otra dos mochileras europeas, que no derrochan simpatía precisamente.
No sé, ahora que ya ha pasado tiempo, si es que eran realmente antipáticas o yo me voy volviendo invisible.
Me temo que es más esto último, en es caso, ellas no son culpables de nada.
Paul Theroux dice algo así como que viajar siendo un viajero maduro otorga la ventaja de la invisibilidad; puede que incluso tenga razón, pero impacta las primeras veces que se toma conciencia de ello.
Porque uno es el mismo tipo de toda la puñetera vida, y encima, por si fuera poco, como el trueno que precede a la tormenta, como si no fuese suficiente envejecer, uno va y se muere. Siempre.
¿Dónde carajo está la justicia?
Todo empezó aquel día en que una irreverente deslenguada tuvo la osadía de llamarme de usted.
Además, os digo una cosa, veinteañeras mochileras norte europeas que ya no me hacéis ni puto caso: suerte en el camino, seguid así, no desfallezcáis, no importa que narices estéis haciendo aquí, lo importante es que estáis aquí, en este patio perfumado de un Túnez insular, como los pajaritos que dejan que el invierno sacuda el norte mientras permanecen arrebolados en un jardín del sur.
Yo creo que deberían recetarlo los médicos, no importa ya la edad:
-Mire, tómese este antibiótico durante las dos semanas que se va a pasar en una playa senegalesa. Recuerde tocarse las pelotas, bailar y cantar después del anochecer y morirse de risa en cuanto tenga la más mínima ocasión.
– Verá doctor, no puedo, no tengo plata, ni un céntimo…
– No se preocupe, lo paga todo la seguridad social, para el gobierno su salud es lo primero.
Atentas al enemigo.
Permaneced despiertas, conscientes.
Las fuerzas malignas acechan conduciendo al sedentarismo.
Príncipes azules que son morados, relojes biológicos que se activan, tic tac, tic tac, un laberinto que os vierte al mundo de los despertadores y las reglas, consejos de administración de mentes perversas que os meterán una hipoteca por cualquier orificio que dejéis a su alcance, la televisión, los sofás…
Desconfía de quien te diga “ten cuidado”
Sólo busca que no escapes de su lado,
Antes de que te aniquilen sus reproches
Déjalo que duerma y a la media noche
Sal por la ventana, pon en marcha el coche y
Pisa el acelerador… es estupendo
Pisa el acelerador… salir corriendo
Pisa el acelerador… sal disparada
Pisa el acelerador… de madrugada
Pasa de mirar por el retrovisor
Y pisa el acelerador.
Dentro de algún tiempo estarás acabada
Metida en tu casa, haciendo la colada,
Nadie te dirá “muñeca ven conmigo”
Dónde iras cuando no tengas un amigo,
Tarde ya comprenderás por qué te digo:
Pisa el acelerador… gasta las ruedas
Pisa el acelerador… hasta que puedas
Pisa el acelerador… siéntete viva
Pisa el acelerador… no estés cautiva
Mientras tenga gasolina tu motor
Pisa el acelerador…
Pero en vez de decirles nada de esto –menudo rollo-, les suelto un escueto bye y me voy dispuesto a que me la claven en un restaurante cualquiera.
Letra de la canción Joaquín Sabina