RUSIA, MALDITO COUCHSURFING
Nelo | July 5, 2017Norte de Rusia. Murmansk. Círculo Polar Ártico.
Me acuesto con una borrachera monumental. Mi interior está compuesto por una nebulosa de vodka, pepinillos y arenque crudo. La culpa la tiene el maldito couchsurfing.
Porque debo aclarar que no ha sido en absoluto intencionado plantarme en el extremo septentrional ruso, ya muy al norte del Círculo Polar Ártico, aquí donde no viene nadie sino es por necesidad, en la portuaria Murmansk, donde mis narices se reflejan en las aguas oscuras del Mar de Barents, y acabar en este estado de embriaguez tan acusado. Yo no quería, señor juez.
Porque a mí no me gusta el vodka, ni mucho menos los pepinillos, y el arenque crudo creía que no, pero resulta que sí, aunque quizás sea para tapar el tremebundo gusto que me provocan los otros dos. Además en Rusia rechazar una invitación es de mala educación, y hace frío, y se brinda cada vez por cosas bonitas, y unas cosas llevan a las otras, y …
Y con este infierno en mi interior, fuera del apartamento, tan ruso como mi anfitrión, hiela a unos 20º bajo cero mientras sudo, balbuceo y me revuelvo a partes iguales en mi camastro, coqueteando con el coma etílico, mientras la de los ojos marrones duerme plácidamente a mi lado, ya que se retiró a tiempo usándome a mí como señuelo, escudo y víctima, dejándome solo ante el peligro, haciéndolo así porque se conoce, y sabe que si va más allá es capaz de acabar en el balcón congelado en tanga y bailando tuerking como la mejor puertorriqueña al ritmo de pasito a pasito, suave suavesito, para después inaugurar la temporada de balconing en el Polo Norte saltando desde los bloques soviéticos hasta los montones de nieve que inundan las calles como monstruos de algodón.
Cosas peores ha hecho, como cuando en la primera y última fiesta etílica de Kirguistán dejó a un señor con bigote, gordito, y embriagado, conservar su verticalidad asiéndose de sus pechos mientras le restregaba cebolleta por detrás en medio de la discoteca más garrula y macarra de toda la ex-república soviética, siendo salvada sólo por mis celos de latino mediterráneo.
-Cariño, perdona, te están estrujando las tetas…
Y no pongo foto porque tiene familia y tal…porque le hice primero una foto, que luego te llaman paranoico…
Pero volvamos al presente: esta noche, de follar, ni hablamos, por supuesto.
Es evidente que no estoy en mi mejor momento, aunque estemos justo al norte del paralelo 69. Sí, 69, no hay intencionalidad en este paralelo, me limito a dar datos geográficos.
Por no hablar del delgado tabique que me separa de mi anfitrión, el cual duerme solo ya que su lejana esposa, cubana para más inri, tardará aún más de un mes en regresar de la tropical isla.
Imaginaos lo que debe estar pasando este hombre aquí solo en este ambiente literalmente ártico.
Además los gritos desgarradores de la de los ojos marrones, que alcanzan en ocasiones tintes tan dramáticos que tengo que amenazarla con llamar yo mismo a la policía antes de que lo hagan nuestros sufridos vecinos de bloque y adyacentes, no son los más indicados para este tipo de tabiques, tan finos y tan excomunistas.
No me parece de buena educación obsequiar a mi solitario anfitrión con semejante espectáculo sonoro.
Liberémoslo de tal numerito aunque sea el culpable de que la habitación me de vueltas, de que el Ártico me parezca el Infierno, y de que la mañana siguiente amanezca con la cara de arenque reseco pescado meses atrás.
Lejos quedan las lozanas resacas de mi juventud, en las que sólo parecía que estaba enfermo y no que me iba a morir.
-Cari, ¿contratamos seguro de repatriación?
Y lo peor es que sabía que en este viaje, tarde o temprano, me iba a pasar una cosa así. Viajero o viajera que viajas a Rusia, no importa que no bebas o que seas abstemio, TE ESTÁN ESPERANDO.
Y te pasará como a mí, que a la mañana siguiente para desayunar, y siguiendo con mis obligaciones de buen huésped, tendrás que engullir un kilogramo y medio de ensaladilla rusa -¿por qué es todo tan típico y tan tópico?- sin remedio.
Puñetero couchsurfing.
En cualquier caso no hagas como yo, no te quejes. Mi despotrique es sólo literario, mi anfitrión fue un tipo solícito, hospitalario, divertido y muy interesante, del cual sólo destaco en este post su abundante invitación a vodka porque sino no lo riego con él, ni me leéis.
Las ventajas del couchsurfing las conocemos todos y son casi infinitas. Un pequeño detalle que podemos extrapolarlo a lo general nos puede servir de ejemplo. Ese arenque y esas patatas hervidas no lo podríamos haber encontrado en ningún restaurante. No hubiera sido de tan alta calidad ni jamás hubiera estado preparado con tanto amor y cariño (sí, los pervertidos también tenemos corazón).
Tampoco hubiéramos sabido que no se puede comprar cualquier arenque, que tiene que ser pescado en verano que es cuando más grasa tiene, y que además debe ser hembra porque el macho emplea su grasa para el caviar.
Arenques rusos.
Y así un montón de detalles más que parece que no, pero sí importan, porque todos juntos son los que componen los matices de los territorios que atravesamos.
Todos sabemos que son las pequeñas cosas las que otorgan textura y colores diferentes a los diferentes lugares. Que sus aromas propios están formados por la conjunción específica de billones de microscópicas moléculas.
No todo va a ser troncos de bosques, bragas por las pantorrillas, y vías de tren.
Son ese tipo de cosas que los recepcionistas de los hoteles y hostales no te suelen contar mientras pasan tu tarjeta de crédito con placer libidinoso por la rajita de la máquina esa que no sé como se llama, y de las que sí es más fácil darse cuenta en casa de un local inmerso en su vida rusa, en este caso.
Ahí está la diferencia y la grandeza entre ir a un hotel o a casa de alguien. Ganas autenticidad, lo que te ponen delante es real, y pierdes, por buscar un punto negativo, privacidad.
Pero no creo estar descubriendo nada a nadie, por lo que me aburro y os aburro, así que voy a ir terminando.
La conclusión de este artículo que empezó mal y acabará aún peor, es que si no eres una persona excéntrica, tiquismiquis, tocapelotas, permanentemente salida y obsesa, y abrumadoramente independiente, o sea como yo, utilices couchsurfing.
Y una vez que ya estáis inmersos en esta magnífica experiencia, si viajáis en solitario o incluso en grupo ¿por qué detenerse en el mero intercambio cultural?
¿Qué os cuesta hacer feliz al prójimo? ¡Si no queréis llegar tan lejos e implicaros totalmente al menos tenéis bocas, tenéis manos, sed buenas personas!
Se trata de hacer del mundo un lugar mejor, y para ello necesitamos un montón menos de gilipollas y mucha más gente filántropa de una de las necesidades más básicas y globalizadas.
Una gran red mundial compuesta de personas voluntarias, dedicadas y entregadas, dejaría al couchsurfing a la altura del betún.
Sería por fin, una verdadera evolución y revolución.
¿Qué más quieres que te cuente? ¿Lo qué hicimos la de los ojos marrones y yo en un rompehielos atómico ruso anclado en el puerto de Murmansk?
Para eso tendrás que seguir leyendo Viaja o Revienta.
No disimules, te interesa o no habrías llegado hasta aquí.
No pasa nada, hay blogs peores…o tal vez no.