GHANA. EL OJO DEL SAHARA Y LA TROPICAL ACCRA
Nelo | November 8, 2014Mi primer día en Accra me levanto dispuesto a descubrir una ciudad que la llegada nocturna del avión procedente de Lisboa me había impedido ni tan siquiera vislumbrar.
Poned atención en esta ruta de avión Lisboa-Accra, los que tengáis la suerte de sobrevolar Mauritania de día, pues es el mirador perfecto para ver la Estructura de Richat, el Ojo del Sáhara.
El gran cráter de Oaudane, de 50 kms de diámetro, y cuyo origen se pensó en principio en un meteorito cambiando ahora la opinión de los expertos hacia una estructura formada por la erosión.
No fue descubierto hasta que el hombre pudo viajar al espacio, forma parte de un trío de semejantes estructuras clavadas en pleno desierto del Sáhara.
A mí me gusta más pensar en la posibilidad del meteorito, por aquello del zambombazo que debió pegar, pero no quiero ser quisquilloso… En todo caso es, sin duda, una de las cosas más espectaculares que he visto desde la ventanilla de un avión.
El avión se desliza mucho más al sur y llega al tropical Golfo de Guinea.
Donde se desparrama Accra, una más de las muchas y vibrantes ciudades que lo besan.
Calor sofocante, negrura, olores diferentes y humedad fue todo lo que pude sacar en claro del trayecto en taxi del aeropuerto a mi hotel, el Acces Inn, situado entre Labone Yansen y Labadi Road.
Un buen lugar donde dormir en Accra.
Encima he conseguido dormir bien, y en el precio de 50 cedis iba incluido un buen desayuno que M– la chica del hostal- me da a elegir de entre cuatro posibilidades de menú.
Por lo que me lanzo a las calles bien dormido, bien desayunado y bien entusiasmado.
Pero sin tener ni idea de dónde estoy ni de dónde está el centro. Suponiendo que quiera ir al centro, porque la verdad, me da igual.
Una de las grandes ventajas de viajar por África es que basta pisar la calle para que empiecen a pasar cosas.
No hay que pensar ni en museos ni en chorradas. No es necesaria ninguna guía de viaje.
Lo mejor con diferencia es hablar o leer a viajeros que ya hayan estado por aquí.
Preguntando consigo llegar al “círculo” o “ring”, que es una especie de circunvalación que recorre la ciudad. No es fácil, en un principio, aclararse en Accra, bueno sí lo es, pero hay que preguntar mucho, una y otra vez hasta llegar al sitio buscado, la gente hace todo lo que puede por ayudarte y acabas llegando al sitio donde querías llegar. Casi siempre.
Otras veces, pocas, la lías, apareciendo en sitios un poco raros, pero casi siempre curiosos e interesantes.
Cuando se pregunta cosas por las calles, es importante sonreír, pienso que mucha de estas gentes lejos de los lugares más turísticos nos ven raros, y he llegado a ver que, incluso, a los niños se les amenaza con los blancos si no se portan bien.
Vamos, que una sonrisa indica a los demás que eres persona y que además vas de buen rollo.
Se pueden probar los dos sistemas, por la mañana no sonreír y por la tarde sí. No es descabellado pensar que se encontrarán dos países diferentes.
Así que me subo a un tro-tro, que me deja en una estación de tro-tros cercana al centro. Su precio varía entre 1 cedi o menos; en los días siguientes me subiré a innumerables tro-tros y nunca encontraré uno que quiera engañarme con los precios.
No solo eso, sino que el viajero suele ser apadrinado por el resto de los pasajeros de la furgoneta, que le indicarán y orientarán en todo momento entre sonrisas y gestos amables.
Las estaciones de tro-tros son todo un hervidero de gente además de colosal mercado. Pero de mercado a lo bestia, cientos de personas tratando de vender las más diversas cosas, gritando, gesticulando y riendo bajo música atronadora y discursos apocalípticos de predicadores.
Algunos tienen unas maderas donde exponer su mercancía, otros, los menos, una caseta, pero la mayoría, llevan todo lo que tienen para vender en perfecto equilibrio sobre sus cabezas.
No se regatea demasiado, al menos yo no lo he visto, para qué, si aquí todo el mundo sabe lo que cuestan las cosas, todos menos yo. Así, demuestro no tener ni puñetera idea cada vez que pregunto el precio de algo muy usual, como el agua embolsada, que cuesta 10 pesewas, y que si preguntas ya estás incitando al incremento del precio, no siempre, porque la honradez en Ghana está muy presente en el día a día, al menos con el forastero.
Menos la primera señora cercana al hostal que me cobró 50 pesewas, todos los demás fueron honestos, algunos hasta el extremo de al yo haber pagado con monedas más grandes he sido sacado de mi error y convenientemente informado.
Y eso que los que venden bolsas de agua por las calles suelen ser los pobres de entre los pobres.
El agua embolsada, tan popular en todo el país, sabe a cloro, lejía y alguna cosa más no identificable por mí, pero la venden muy fría y se bebe sin pensar, es medio litro que se toma casi de un solo trago, sin esfuerzo ninguno.
A veces, por el día, camino pegado a una de ellas, como un bebé a la teta de su madre.
Hay dos cosas que no gustan nada en Ghana, bueno, sobretodo una, es fumar. Nadie, absolutamente nadie, bajo ningún concepto va fumando por la calle ni he visto a nadie fumando excepto a un tipo sentado en la terraza de un bar de Accra, y porque eran medio filipinos. Así que ya sabes, en publico:
Y por favor, esto aún menos:
No importa cuantas Club te hayas mamado.
Ayuda a la raza humana a conservar la poca dignidad que aún le queda.
Y lo otro que no gusta demasiado son las fotos. Si se puede fotografiar siempre que uno quiera bajo una de dos condiciones, una es haber pedido permiso, y que te lo hayan dado, claro, la otra es que no se den cuenta, porque no son demasiado amigos de las fotos en general.
Y al fin y al cabo ojos que no ven…
…corazón que no siente.
Así que si has entrado en este blog porque te gustaría viajar a Ghana, pero aún no te decidiste, sólo decirte, sin reparos, que ni lo dudes. Ghana para el viajero occidental es un país muy amable, sorprendentemente fácil y no complicado.
¿A qué estas esperando?