VIAJE POR GUINEA BISSAU. EL CENTRO DE BISSAU
Nelo | April 9, 2019No es muy divertido empezar un artículo de viajes con la descripción de una catedral, -los lectores pueden salir espantados- aunque esté en el centro de la mismísima Bissau, fascinante capital de Guinea Bissau, valga la redundancia.
Es como si empezara un artículo hablando de Felipe VI, ¡menudo coñazo!, pero mientras bostezas, me pongo el reto de usarla para introducirnos en un centro con cierto aire provinciano, pese a su contundencia africana salpicada con la melosidad propia de las ex-colonias portuguesas.
La Igreja Católica de Bissau, llamada también Catedral de Nuestra Señora de la Candelaria está en medio de la avenida Amílcar Cabral del viejo Bissau, su principal calle, la que va desde el hoy reconstruido Palacio Presidencial y el Monumento de los héroes de la Independencia hasta el puerto.
La avenida Amílcar Cabral.
El edificio no es sofisticado ni muy grande, no es ornamental, ni rimbombante, tampoco complicado ni fastuoso, y los siglos no le han caído encima sin inmutarse, como tantas otras catedrales, ya que apenas tiene cincuenta años. Pero tiene algo, tal vez sea el contexto donde está, un no sé qué provocado tal vez por saberla tan africana, esa blancura entre tejados de chapa, las calles rojas y los árboles frondosos, con sus dos relojes que dan cada uno una hora diferente, ninguna la correcta, lo que la hace imperfectamente bella.
He leído que si eres simpático te dejan subir a su campanario, desde donde se tiene una magnífica vista de todo el centro de Bissau, pero nosotros el día que estaba abierta la pasamos de largo, y en otras ocasiones, cuando pasamos estaba cerrada.
Así que sólo me queda admirarla desde fuera cada vez que paso por su lado, y ya dije que no es por su planta, que es discreta y colonial, sino por su sabor, por estar donde está, en medio de esta capital africana que parece una ciudad de provincias, por el conjunto que forma en este centro –se ve claramente desde el mar y sirve de faro- y porque no puedo dejar de imaginar las historias ocurridas en su interior desde hace más de cincuenta años, a través de la convulsa historia moderna de Guinea Bissau. ¿Quién se habrá casado ahí dentro? ¿Cuántos bautizos? ¿Cuántos funerales? ¿De quién? ¿Habrá alguien que haya sido bautizado, contraído matrimonio y celebrado su funeral en la catedral? ¿La habrán disparado en las muchas guerras y acontecimientos convulsos que han agitado casi sin tregua al país?
La catedral, al fondo a la izquierda sirve de faro desde casi cualquier punto de Bissau, aunque el depósito amarillo también es una buena referencia visual.
Los interesados en estas cosas podéis leer multitud de blogs de portugueses que vivieron en Guinea Bissau en la época colonial, o bien hicieron aquí –obligados por reemplazo- el servicio militar o la guerra. No es nada fácil encontrar a día de hoy info sobre el país, y aquellos expatriados hacen una aportación preciosa de un pasado que ya murió, pero que explica muchas cosas del presente.
Las misas se celebran en portugués, y dicen que los domingos se pueden escuchar bonitas músicas y cánticos. La religión católica hace bien en adaptarse a las formas africanas, ya que sin canto, ni danza, ni música, se les iría sin duda la parroquia hacia otras religiones como las evangelistas, cuyos fieles, cada tarde, en casi cualquier rincón del África negra, a la hora en que los miles de los grandes murciélagos revolotean buscando pegarse el último atracón del día de fruta madura, se les oye cantar con fervor.
A su lado la preciosa, famosa y antigua Pensao Central, que ya no es pensión, ni aloja a viajeros, pero al menos ahí está, de pie y en buenas condiciones. Enfrente lo que nos parece podría haber sido la perfecta discoteca de costa valenciana en los ochenta pero que al parecer fue un banco, hoy abandonado.
Y continuando arriba por la Avenida Amílcar Cabral, hacia el Palacio Presidencial, encontramos el tocón de un gigantesco árbol talado que sólo con mirarlo da pena. He encontrado esta constante en toda Guinea Bissau, los árboles demasiado grandes situados en áreas pobladas han sido cortados para que no provoquen accidentes, me explican los locales mientras me dicen que fueron plantados por los colonizadores para tener sombra.
Pero no todo es degradación, la avenida Amílcar Cabral es una combinación de lo que fue perdido, y de lo resucitado y acondicionado para los tiempos modernos.
Un ave fénix que intenta volar pese a sus alas de fuego y que no se nota en ninguna otra parte del país. Y aún aquí lo hace tímidamente, así pues hay varios bancos (con cajeros automáticos), algunos hoteles, y todo está más o menos limpio.
Entre ellos destaca el Hotel Imperio, donde al parecer desayunan los blancos y los ricos, justo al lado de la embajada española en una terraza que da a la gran rotonda del Monumento a los Héroes de la Independencia enfrente del hoy ya reconstruido Palacio Presidencial.
No lo probamos pese a que no es fácil para un recién llegado encontrar un sitio donde desayunar en el centro de Bissau, pero preferimos los bocadillos de huevo duro con cebolla, pimienta y mayonesa, aceitosos y envueltos en papel de periódico que vende una chica en la calle, en una esquina justo enfrente del edificio del Sindicato de los Trabajadores, a un par de manzanas de aquí.
-Quiero polvo y tierra.- Me decía la de los ojos marrones cuando pensábamos donde iríamos de viaje esta vez. Y yo, repantigado en el sofá, no puedo evitar recordar mi transahariana de hace nueve años y del país que me dejó alucinado.
-Pues nena, ¿te va bien África Occidental?
-Mmmmmmm -y se muerde lasciva el labio, conozco esa mirada.
-Pues nada, prepárate que nos vamos a Guinea Bissau.
En este caso lo de “prepárate” es un eufemismo, para la de los ojos marrones preparar un viaje es hacer la mochila el mismo día de la partida eligiendo los tangas que llevarse. Eso es todo.
Creo que encontró lo que buscaba.
De Buba a Bolama.
Bissau es relativamente pequeño y bastarán unos tres de días para que se abra como una rosa, aunque faltará mucho más para que empiece a soltar, poco a poco, sus secretos. Y deja intuir de manera clara, y eso se aprecia cuando conoces a alguien que viva allí o la conozca bien, que son muchos más de los que en un principio pueda parecer.
-En este pub estuvo Antonia Dellate de fiesta- Nos dice V, un vasco que conocimos un día y con el cual hemos salido a cenar y a tomar algo por ahí.
V, aunque de Bilbao, es un buhonero africano al que le hacen encargos personas que viven aquí y que él trata de traer de España, un transahariano curtido en mil batallas, un viajero de larga verborrea e historias a cada cual más interesante y divertida. Nos conocimos en la Pensao Creola y nos reconocimos al instante.
Sólo estuvimos con él dos días, pasamos horas y horas hablando, tenía ese toque especial de los aventureros solitarios, hechos a sí mismos, y una cierta –y no sé si inevitable- pátina hecha como de aroma de soledad.
El pub donde estamos está en la rotonda de la Pensao Creola, más pequeña que la del Palacio Presidencial y llamada Praça Che Guevara, aunque puedo dar fe que ningún taxista la conoce como tal, y que para llegar a ella es mejor decir que te lleven al Centro Cultural Francés, un buen lugar donde escapar del mediodía siempre abrasador del centro de la ciudad, y donde comer arroz con pescado a 1500 francos el plato, que no está nada mal, menos de 3 euros, aunque la de los ojos marrones prefiere los calores del cercano Mercado Central, donde el arroz con pescado vale tan solo 500 cfas. el plato. No llega ni siquiera a un euro.
Arroz del Mercado Central.
En una de las calles que desembocan en la rotonda del centro Cultural Francés es donde se cambia dinero.
En la misma acera hay multitud de cambistas, y aunque te apelan a ser su cliente no son agresivos en absoluto. Yo los elijo dependiendo de si me gusta su cara o no. Sé que no es un gran filtro, pero el tipo de cambio que se puede obtener es el mismo, y que más da.
Después la siesta, casi obligatoria, parte el día en dos. Me gusta que sea larga y profunda, y despertar a media tarde para volver a echarnos a las calles, y justo cuando empiezas a abochornarte otra vez, notar ese primer soplo de frescura tan agradable de Bissau en febrero, para pasar así a la hora mágica de la puesta de sol, donde todo se vuelve rojo, y África parece dulce y serena.
Para los atardeceres en Bissau, dos lugares favoritos:
El primero es un bar donde beber cerveza fría en el embarcadero de las piraguas que van hacia el Islote del Rey y que está explicado al final del anterior artículo.
Y el segundo es otro bar donde beber cerveza fría al lado de un parque mientras los jóvenes de Bissau hacen deporte. Cerveza fría quien quiera, porque a la de los ojos marrones le da por pedir cachaza, un fuerte aguardiente hecho de la caña de azúcar. Esta chica no deja de sorprenderme.
Beber cerveza fría portuguesa mientras los deportistas sudan es hacerle un corte de mangas a la sensatez y provoca cierta sensación de regocijo. No digamos ya cachaza.
El parque Europa o Lagoa de M´batonha es, me temo, la única zona verde del centro de la ciudad, y una de las dos áreas de la ciudad donde los bisauguineanos hacen deporte, la otra es la avenida al aeropuerto.
Les encanta el atletismo, y los días festivos por la medianera de esa gran avenida llamada “dos Combatientes da Liberdade da Patria” hay un buen ambiente de corredores casi en procesión. A mí me parece más sano para la práctica del deporte el Parque Europa, por una simple cuestión de tráfico, tubos de escape y contaminación.
El parque Europa es también llamado Lagoa de M´Batonha porque se ha creado alrededor de una laguna, hoy tapada por la vegetación, que es la casa de multitud de pájaros. No se les ve debido a la altura de la hierba pero al atardecer es todo un espectáculo sonoro.
No se ven, pero se oyen.
El parque Europa es llamado así porque su construcción se ha hecho con fondos europeos, incluyendo un gran generador situado en un extremo del parque y que imagino que da luz además al barrio de alrededor, ya que Bissau padece una casi endémica falta de luz eléctrica, si bien tengo que decir que, comparado con hace nueve años no he notado apenas cortes de luz en la capital, y que tal vez esto deba, -estoy casi seguro- a un gran barco generador chino que se encuentra fondeado más allá del puerto y conectado como un gotero vital con cables de alta tensión a la ciudad.
Perdonad la mala calidad de la fotografía pero podían verse claramente las banderas de los dos países y una leyenda que ponía algo parecido a Power Electric Plant o algo así.
Qué sacarán los chinos de estos negocios lo podemos imaginar.
Inversiones chinas en África en millones de dólares. Fuente South China Morning Post.
Dependencia, poder, estrategias geopolíticas y militares, en fin, lo de siempre. En toda África y desde hace tiempo el plan Marshall chino es una realidad tangible. No sé si buena o mala, pero a veces absurda. ¿Para qué quieren televisión satélite en aldeas donde no hay ni agua corriente, ni luz eléctrica, ni sanidad, ni empleo?