EL TRANSIBERIANO MÁS DESCONOCIDO: LA LÍNEA BAM
Nelo | September 14, 2017Los trenes transiberianos que atraviesan toda Rusia hasta morir a orillas del Pacífico en Vladivostok permiten al viajero elegir dos grandes variantes. Una es el clásico transiberiano que pasa por Irkutsk y el sur del lago Baikal, siendo la más conocida y la más usada por los viajeros ya que es la que se debe tomar para desviarse hacia Mongolia y China. La otra es un recorrido único y muy poco trillado en el que incluso en pleno agosto no encontramos nunca ni un solo extranjero, parte desde Taishet aunque es posible tomarla antes, rodea el Lago Baikal por el norte, se llama BAM y atraviesa la Siberia más desconocida, valga la redundancia.
Valga la redundancia porque Siberia es desconocida casi por definición.
Nosotros elegimos la BAM, la cual tomamos en Ekaterimburgo y dejamos en Tynda, uno de los pocos enlaces entre la BAM y la ruta transiberiana más habitual con la que llegamos hasta Vladivostok.
En este mapa se ve muy bien lo que quiero decir, la BAM va en verde, la ruta clásica del transiberiano va en rojo.
La línea Baikal-Amur Magistral (BAM) se creó por razones estratégicas ya que los rusos consideraban que el trazado original del transiberiano queda demasiado cerca de la frontera china, con el peligro que conlleva que pueda ser cortada la columna vertebral rusa.
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La línea se construyó en tres épocas bien diferenciadas, 1930, 1944-46, y entre 1972 y 1984. En las dos primeras se utilizó deportados y prisioneros de guerra, solo en 1930 murieron 10000 bajo las inclementes condiciones meteorológicas del invierno y las picaduras de los mosquitos en verano. Además existe la dificultad añadida de un suelo siempre helado o encharcado (permafrost).
El permafrost es tierra helada compacta de muchos metros de espesor. Llega a ser de tal dureza que si un siberiano tiene la mala ocurrencia de morirse en invierno, hay que calentar la tierra con fuego y rápidamente hacer la sepultura antes de que todo vuelva a congelarse.
En verano, si se descongela, se forma un barrizal, metros de lodo y agua en el que es muy difícil cimentar nada.
En los años 70 y 80, la última parte de su construcción se apeló la unidad nacional para terminarlo, miles de jóvenes de toda Rusia acudieron a su llamada, muchos de ellos no volvieron, quedándose en la ciudades que se iban creando con su construcción.
Diferencias principales entre el transiberiano y el tren BAM:
La línea BAM a partir del lago Baikal y hasta cerca de Vladivostok atraviesa montañas, no hay estepas, desde Ekaterimburgo hasta casi Vladivostok da la sensación de atravesar un bosque ininterrumpido, un bosque de 7000 kilómetros, de mayor extensión que el Amazonas.
Encontrar bosques que se extienden a lo largo de miles de kilómetros da lugar a la esperanza, tal vez no está todo perdido, y desde luego aún quedan “últimas fronteras” en este planeta que parece tan manoseado, domeñado y vapuleado.
Por otra parte si sigues el curso natural de la BAM sin volver a enlazar hacia Vladivostok acabas también en el Océano Pacífico, pero en el puerto de Sovetskaya Gavan frente al estrecho de Tartaria que separa el continente de la isla de Sajalin, a la que al parecer se puede llegar a través de un ferry ferroviario.
Estas desconocidas rutas de tren, tan transiberianas como cualquier otra, son especialmente atrayentes a los amantes de los lugares de verdad poco trillados.
A ello se presta de manera natural toda Siberia. Estoy seguro que incluso entre los más experimentados viajeros, buenos conocedores del resto del planeta, auténticos fieras de la geografía, todas estas tierras de miles y miles de kilómetros de extensión aparecen en su cabeza en blanco.
Y aunque de una naturaleza que podríamos calificar de infinita sin miedo a exagerar, en realidad estas zonas no están vacías. Se nos escapan ciudades de millones de habitantes, ríos tan extensos que aparecen en los listados apenas detrás del Nilo o del Amazonas. Todo un mundo por descubrir, o mejor dicho por descubrirnos a nosotros mismos, claro.
Los viajeros pueden reconocer las ciudades aisladas o remotas del planeta, incluso sin haber estado, casi cualquiera puede decir donde está Iquitos, Tombuctú, Usuhaia, Alice Springs, Yellowknife, Leh o Samarcanda. No ocurre lo mismo con la geografía siberiana. Casi nadie sabe acerca de Novosibirsk, Omsk, Tomsk, Jabarovsk, Krasnoyarsk, Tynda, Severobaikalsk, Barnaúl, Tiumén, etc. antes de soñar con un viaje por aquí.
La bella y señorial ciudad de Jabarovsk, a 800 kilómetros de Vladivostok vista desde el Río Amur.
Con sus ríos pasa lo mismo, haz la prueba: Río Obi (5410kms), Río Amur (4410 kms) Río Lena (4400 kms), Río Irtish (4248 kms) etc. etc.
Puente del transiberiano a su paso por el Río Amur en Khabarovsk, Siberia Oriental.
Y con el tren pasa lo mismo, todo viajero que quiere hacer el transiberiano, apenas se plantea otra posibilidad que llegar a Vladivostok, Ulan Bator o Pekín, siguiendo el recorrido más tradicional que siempre pasa por el sur del lago Baikal sin plantearse más alternativas. El resultado es que casi todos los viajeros pasan por los mismos sitios y hablan de los mismos sitios. Esto no es malo, pero es aburrido…
Siberia se compara muchas veces con el Lejano Oeste americano, pero dentro de Rusia casi caben Europa y Estados Unidos juntos, por lo que la comparación es deningrante con Siberia.
Además mientras una ocurrió hace más de siglo, la de Siberia es mucho más actual. En los años 70, conforme avanzaba el trazado de la BAM, iban creándose ciudades de la nada que hoy cuentan con cientos de miles de habitantes.
La ciudad de Tynda, al fondo, es el enlace entre la BAM y la ruta sureña transiberiana. Fue fundada en 1975 y cuenta hoy con unos 40000 habitantes.
Como en otras muchas ciudades siberianas son estas tuberías las que permiten la vida aquí, pues reparten agua caliente por toda la ciudad permitiendo a sus gentes sobrevivir al invierno.
Hoy en día el tren sigue siendo casi el único medio de desplazarse por estas tierras, porque las carreteras hay que verlas, y las condiciones climatológicas también.
Carretera típica siberiana, norte de Severobaikalsk.
En tren es un viaje largo y fácil, realizable también en pleno invierno. Los interesados en viajar por aquí no deberían tener ningún miedo. He viajado durante más de dos semanas con mi padre de 82 años y mi hija de 11. Lo digo para derribar posibles reticencias y temores que siempre surgen antes de abordar una región desconocida para el aspirante a viajero.
El transiberiano puedes hacerlo en familia, no hay ningún problema, todo está bien.
En el transiberiano no hubo nadie que nos negara su ayuda en mayor o menor medida. Ni en Moscú ni en las ciudades siberianas nadie nos trató mal, excepto alguna gilipollas aislada que no debería ni mencionar y que acaso es la excepción que confirma la regla.
Y en una sola ocasión quisieron timarnos hinchando la cuenta del restaurante de uno de los trenes la única vez que decidimos comer en uno. Les monté un buen pollo, me quedé a gusto y me rebajaron la factura a lo que de verdad valía.
No hablar ruso no es un problema. Mi padre hablaba en español a todo el mundo. No lo entendía nadie, pero no pasa nada. Además los rusos hacen exactamente igual, te hablan y hablan en ruso por mucho que intentes explicar que no entiendes nada. Al final siempre hay entendimiento, ¡qué remedio!
El ambiente de las ciudades rusas en verano es cálido, hay mucha gente joven, alegre y activa, apenas se ven personas mayores, no parece que vivan mal. Tal vez hay pueblos pequeños aislados en el que el ambiente es más bucólico y etílico, pero las ciudades dan la impresión de que el país funciona y tira hacia delante.
También me gustaría decir que hubiera gastado más dinero en dos semanas de agosto en Benidorm que aquí.
El Transiberiano es agradable, es largo, es aventura, es la madre de todos los viajes en tren, es cruzar un continente, atravesar medio planeta, es avanzar dejándose mecer por el ensoñamiento que produce el traqueteo.
Y es relativamente barato, en el siguiente artículo explicaré cómo hacer el transiberiano por 1000 euros en total desde España y de manera independiente.
Yo no dejaría que este tren se me escapara…
El final del transiberiano: el faro Egersheld en Vladivostok fue el punto más oriental al que pudimos llegar. Se puede llegar a él si no te importa mojarte. En invierno es posible visitarlo caminando por encima de un Océano Pacífico congelado.