VIAJE AL NORTE DE TRANSNISTRIA. CAMENCA
Nelo | June 22, 2019Hasta el día de hoy no existe ningún relato o crónica de viajes, ni en inglés, ni en español, sobre los lugares que citaré en estos artículos sobre Transnistria. Sí los hay sobre la capital, Tiraspol, pero no sobre el resto del país.
Viajaremos por Transnistria de sur a norte. Desde hace un mes (abril 2019) dan una visa gratis de 45 días en la frontera (pasaporte español) sin tener que presentar ningún papel, tan sólo dando una dirección.
Teniendo en cuenta que hasta ahora solo daban visado para diez horas, que extenderlo era difícil y minoritario, y que antes de todo esto era la pura Unión Soviética, no puedo presumir de que seamos los primeros extranjeros occidentales que pasamos por aquí en mucho tiempo, pero sí tengo la certeza que somos muy pocos.
DE DUBASARI A CAMENCA
Rybnitsa, entre Dubasari y Camenca, es una ciudad en toda regla. Apenas paramos unos minutos en su estación de autobuses en este recorrido que desde Tiraspol hacemos al norte de Transnistria.
La marshrutka se detiene en todas las principales poblaciones pero también deja pasajeros en las bifurcaciones hacia pueblos más pequeños.
Típica marshrutka para moverse por toda Transnistria y países vecinos. La red de transporte, más que suficiente, barata, y de buena calidad. Baches y furginetas con wifi.
Al fondo edificios de la ciudad de Rybnitsa.
En la carretera hay pocos coches y camiones pero se ve bastante transporte público en forma de furgonetas y microbuses. En ellos, la gente más rural del país, abuelas con pañuelos coloridos en la cabeza, chicas que ya son de ciudad que van a visitar a la familia en domingo, y algún que otro hombre curtido por el sol, el frío, y un poco de aguardiente. Buena gente. Te llevan en volandas aunque no sepas ni una palabra de ruso o moldavo.
Como extranjero puedes encontrar lo exótico sin apenas rascar, solo con abrir los ojos.
Podría acentuarlo con la foto del único carro de caballos que vimos (en Rumanía siguen quedando muchos, sobre todo al norte, en las montañas), pero para salpicones insólitos los Lada siguen vivos y coleando, y no como coches de coleccionista, sino como vehículos de diario.
La de los ojos marrones está enganchada a ellos y no para de hacerles fotos.
A mí también me gustan, me recuerdan a mi infancia, mi padre tuvo un par, -aunque en España eran Seat- y también recuerdo algunas aventuras pasadas en ellos hace ya demasiados años.
Yo sólo lo hago en mi Lada.
Por supuesto, existe una Transnistria rural y otra urbana. La rural se parece algo a la Rumania que conocí a principios de los años 90, mucho más actualizada Transnistria ahora, pero con el mismo aroma de fondo. Esa languidez, tan solo en apariencia porque en el campo siempre se trabaja duro, mezclada con la sensación -todo un tópico en el reportaje de viajes- de que las cosas van algunas décadas por detrás. Para lo bueno y para lo malo.
Señoras en Tiraspol.
La parte urbana es joven, activa, y moderna, las chicas arregladas a la moda (rusa, que tiene su qué y merece capítulos aparte) están -perdón por ponerme poético-buenísimas; los chicos, a partir de cierta edad tienen cara de boxeadores salidos de prisión; pero eso es injusto y un claro ejemplo de cómo los prejuicios manchan la retinas. La mayoría te ayudaría sin pestañear.
Todo el país está limpio. La primavera te envuelve, húmeda y caliente, en cuanto asomas fuera del bus.
Iglesia de Camenca y autobús que hace la ruta Moscú-Tiraspol.
Atravesamos poblaciones con nombres tan resonantes como Katerinovka.
Casas azules con tejados de uralita, huertas alrededor de ellas, la mayoría fabricadas en los años 50 del pasado siglo, las típicas dachas de corte ruso que se extienden desde el este de Europa hasta el océano pacífico, alimentando a una población falta de recursos y/o de sueldos bajos, siendo una auténtica tabla de salvación cuando las crisis aprietan fuerte.
También me persiguen los mismos colores, el mismo tipo de tonos, que por toda la gran Federación y por todo el enorme ex-imperio soviético.
Parque enfrente de nuestra casa en Ternopil, Tiraspol. Esos tonos de esos colores se repiten a lo largo de toda Rusia y en gran parte de las repúblicas ex-soviéticas es de ese color.
Abajo, las escaleras en Khabarovsk a 8000 kms. de Tirápol, en el Lejano Oriente Ruso son la perfecta representación cromática rusa. Las mismas tonalidades en todas partes, edificios, moda femenina etc. etc. Ten cuidado, ahora que lo sabes también te perseguirán a ti. Si vienes…
Después de Katerinovka empiezan las montañas y enseguida llegamos a Rascov, pueblo que visitaremos ya de regreso a Dubasari.
Cuando llegamos a Camenca, la población más importante del norte de Transnistria, la encontramos bajo el apogeo de su mercado dominical.
Se nota que vino gente de toda la provincia. Incluso hay coches aparcados por fuera del mercado, abiertos como tiendas con ruedas, donde se venden diferentes cosas.
Se ve gente comerciando con muy poco género, lo que da ejemplo de una microeconomía necesaria para sobrevivir a falta de otra mejor.
Es decir, cuando alguien vende un par de zapatos, unos cuántos grifos oxidados, o unos matojos de hierba, es que las cosas no están muy bollantes.
Pese a ello, no existe escasez de mercancías en el mercado de Camenca, hay de todo, y mucha gente para comprar.
Otros rezan en sus iglesias, algunas de nueva construcción, otros pasan, vestidos de domingo, bajo las enseñas comunistas rodeados de un capitalismo salvaje aunque rural.
Después una señora en una tienda a la que entramos a comprar pan nos suelta una retahíla de palabras en castellano, una especie de viejos versos, algo que nos deja estupefactos.
-¿Dónde aprendió español?
-Aquí, en Camenca, en la escuela.
-¿Se estudia español en Camenca?- Estoy flipando.
-Ya no, pero cuando yo era pequeña sí.
Tendrá unos cincuenta años, lo que todavía me descoloca más. En época soviética se estudiaba aquí español.
Le compro “esto”, está dulce. Me lo acabaré comiendo todo.
En la calle hablo con un señor de unos cien años que atraviesa camina como un caracol apoyado en bastones. Se declara de origen polaco, y nos dice que en Rascov también hay muchos como él.
A mi pregunta responde que él ya no habla polaco –tal vez sus padres, sus abuelos, desconozco la historia de los polacos en esta tierra- pero que habla tres idiomas, ucraniano, ruso, y moldavo.
Lo dejamos atrás con una gran sonrisa, tan encantado de hablar con nosotros como nosotros con él. Cruza la calle lento con un fondo de montañas verdes.
Vendedores de flores en Camenca.
Después nos acercamos al cementerio, está precioso bajo el sol de primavera.
Si eres seguidor del blog ya sabes que nos gusta visitar cementerios. Los de Transnistria son muy peculiares porque al lado de casi cada tumba hay una mesa con bancos para sentarse.
Me impresiona. Nunca lo había visto antes.
Mesas y asientos, como si los familiares o amigos fueran a comer o beber allí mientras están de visita.
Me intrigaba mucho el tema, le he estado dando vueltas hasta llegar a España, el misterio se ha resuelto preguntando a la persona indicada, una amiga rumana, transcribo literalmente lo que ella me ha escrito (con su permiso):
Es un rollo religioso. En Transnistria, como en Moldavia y Rumania somos ortodoxos, y nosotros hablamos con nuestros muertos. Tenemos varios días durante el año como el viernes santo : moșii de vara, moșii de iarna, rusaliile, etc…donde regalamos ”pomana”**
**Nota mía: “pomana” es “caridad”. La “sadaka” entre los musulmanes, por ejemplo.
Continúa:
Nosotros los ortodoxos creemos que nuestros muertos comen nuestra ”pomana”…entonces preparamos vasos y platos, y nos vamos al cementerio. La mesa es para tener la comida y bebida, y cuando pasa la gente les ofrecemos, porque en estos días festivos hay mucha gente.
A parte de esto, nosotros todos los domingos nos vamos al cementerio, limpiamos la tumba, hablamos con el muerto: qué tal la semana…
Mientras lo leo me acuerdo del Poeta: qué solos se quedan los muertos.
Más o menos de esto se trata. A mi mejor amiga de la infancia se le murió el padre cuando ella tenia 10 años, su madre va todos los domingos a la tumba de su marido hasta el día de hoy….amor…creencias…no lo sé.
Fuente Nina Gavalle. Viajar con veo veo.
Me gusta cuando la fe y/o la costumbre ofrecen consuelo frente a lo inevitable. También lo de hablar con los muertos, debe reconfortar mucho. Por no hablar de las historias de amor más allá de la muerte. La señora que con pañuelo de flores en la cabeza cada domingo, desde hace treinta años, pasa un rato con su hombre, sentada bajo un árbol viejo a orillas de un río lejano.
Me fascina, me recuerda a las historias de hospitales y perros que esperan en la puerta a un amo ya fallecido, la mujer que se hizo vieja mirando al mar en el puerto donde esperaba a alguien que prometió volver y no lo hizo, el viejo viajero invisible que nunca más volverá a visitar los lugares que pisó con ella, y ahora deambula por ciudades extrañas de las que no quiere saber ni el nombre, envueltas en niebla, sin apenas alzar la vista del suelo mojado.
La intensidad de lo eterno, aunque tan solo dure un suspiro. Tan fugaz y potente como relámpago en una tormenta de primavera.
Un artículo fascinante sobre una región que ni conocía. La verdad e que hay un mundo entero por descubrir.