IRAQ CON MOCHILA, ME ROBAN EN DIYARBAKIR, 4ª parte
Nelo | October 24, 2017En el sureste de Turquía, Diyarbakir es la capital del Kurdistán turco situada a la orilla del Río Tigris y para mí es una ciudad extraña, no tanto por su amurallado casco viejo sino por la parte más nueva de la ciudad. A modo de un gigantesco Seseña español, los nuevos y altos edificios, ya construidos pero sin gente, se extienden en una gran área dando la sensación de una ciudad fantasma pero a la inversa. No es que sus habitantes la abandonaron, es que nunca llegaron, al menos de momento.
Podría mostrar fotos propias si en su centro viejo no me hubieran robado la cámara.
foto licencia cco creative commons
Mi teléfono móvil ha sido arrancado de mis manos por un chaval que corre mucho más que yo.
El chorizo en cuestión no sólo era veinte años más joven, sino que contaba con la ventaja de ser el perseguido, hecho que siempre otorga un plus extra de velocidad sobre el perseguidor.
De todas formas no tengo excusa, me ha pasado por hacer el turista, ya me lo ha dicho toda la vida mi padre:
-Nelo, tú te crees que todo el mundo es bueno…
Los lectores más morbosos podéis leer la historia del robo pinchando aquí.
En la comisaría donde denuncio el robo un policía me dice que si Turquía fuera Río de Janeiro, Diyarbakir sería sus favelas. Evidentemente el tipo debe ser turco, no kurdo.
Al día siguiente leeré en Internet que en Diyarbakir hay que llevar mucho cuidado porque en su calle principal los viajeros sufren numerosos robos, y por esta vez soy partidario de leer todo lo que se pueda de un lugar antes de ir. Demasiado tarde.
Todos los polis ponen cara de que no tengo nada que hacer respecto a recuperar el teléfono, y eso es algo que ya sabía yo, pero un tipo piadoso, después de haber visto como me robaban, me trajo hasta aquí y yo me dejé llevar, así que denuncio por no irme a mi hotelucho directamente.
Después de esta pérdida de tiempo, mi insomnio y yo nos metemos en mi habitación de paredes desconchadas.
Foto licencia cco creative commons
Un hotel barato y céntrico donde me quedé esta mañana después de un productivo regateo. Pese a lo cutre de mi habitación es de las que tienen secador de pelo, en este caso llamado Aliseo Sirocco, y a mí me parece imposible un nombre más apropiado.
Después de ducharme intento dormir, pero el insomnio solo es vencido de vez en cuando por pesadillas que llegan a mí una tras otra, como las olas de un mar que rompen al llegar a la costa. Sueño que entro en mi casa de España y se me desmontan los muebles de la cocina al intentar abrirlos. Sueño que en la habitación del hotel donde duermo aparecen dos lámparas hechas añicos y yo no sé por qué. Mientras tanto despierto aterrado y apunto mis sueños en mi libreta de notas del viaje. Sueño que estaba en España, pero sabía que eso no podía ser, entonces me hago fotos con la gente para que ellos vieran que yo no salía en la fotografía porque en realidad yo no estaba allí. He ido y he vuelto por lo menos dos veces. Todo de un realismo total.
Al día siguiente, hablando con los del hotel, surge en la conversación si Erbil, mi próximo destino, es un lugar seguro.
El hombre me contesta que sí, que cómo no va a serlo, si son kurdos. Le digo, harto de clichés, que en mi primer día en Kurdistán me han robado, y él me contesta preguntándome si en Valencia no hay ladrones, a lo que le contesto que sí, por supuesto, pero que yo no digo que todos los valencianos son buenos por el hecho de ser valencianos.
Últimamente me tocan las pelotas tanto los centralistas como los nacionalistas. Putas generalizaciones.
Si “ser” ya es un verbo ambiguo y complejo en sus formas singulares (soy, eres, es) en su forma plural ya es devastador, cuánto mal ha hecho los “somos”, los “sois” y los “son”. ¡Los budistas tienen razón! ¿cómo no verlo? Sin dudas, hay que diluirse, o al menos ser blandiblú, ese juguete escatológico que llenó la infancia de una generación, demostrando que un enorme moco verde puede hacernos la mar de felices.
Las medallas son chapas de hojalata
Las banderas son trapos de colores
En la guerra moriréis por su dinero
En la guerra moriréis por su interés.
La polla records
Descubro que con el robo del teléfono no solo se me han llevado un montón de imágenes y vídeos, sino que tras de él se me llevan las pocas energías que me quedaban en este viaje, en el cual dejé la familia en mi ciudad de origen en una situación realmente trágica, así que intentando correr más rápido que mis problemas me dirijo a mi enésima estación de autobuses diciéndome una vez más que mañana será otro día.
Uno más de un rosario de largos, solitarios y tristes días. Viajar, por esta vez, no es mi fórmula mágica. No funciona.
Mientras escribo todo esto para desahogarme frente a mí pasa una niña de la misma edad que la mía jugando mientras camina. De espaldas es idéntica a Fátima, camina y justo en el momento anterior a doblar una esquina, se gira y me mira. Desaparece tras la esquina mirándome, y yo me arrepiento. Me arrepiento mucho de haber dejado a mi madre en esa situación, y a mi padre, me arrepiento de esta vez no haberme llevado de viaje a la chiquilla, porque tal vez a través de su disfrute encontraría mi consuelo. Pienso en unas vacaciones en Canarias y en no estar haciendo el imbécil mientras me dirijo a Irán e Iraq.
Me prometo que este será mi último viaje en solitario…(risas y silbidos)
Pasaré otra noche más en un autobús rumbo a Erbil, Hawler para los kurdos, ya al otro lado de la frontera del Kurdistán iraquí.
Diyarbakir, que te den.