VIAJE A TRANSNISTRIA MAYO 2019. DESMONTANDO BULOS.
Nelo | June 10, 2019Transnistria sí que existe. Dicen que Transnistria es un país que no existe, siendo éste uno de los eslóganes que puedes leer sobre el territorio.
Transnistria sí que existe, lo que pasa es que no es reconocida por prácticamente nadie. Tan sólo unas pocas exrepúblicas soviéticas, nacidas de manera tan irregular, -a través de procesos independentistas con guerra de por medio cuando cayó la URSS- se dan el visto bueno entre sí, en contra del resto del mundo.
Son como un club de “chicos malos”. Transnistria, junto Abjasia, Osetía del Sur, y Nagorno-Karabaj se reconocen entre sí, pero son víctimas de bullying y no son reconocidas por el resto de países de las Naciones Unidas, esa pandilla de encorbatados, de niños pijos con sueldos de infarto que mantienen al mundo en un estado de hipocresía profunda.
Visado de hasta 45 días gratis. Otra de las cosas que podéeis leer en Internet acerca de Transnistria y su visado, es que sólo se puede obtener uno de diez horas en su frontera, y que es realmente complicado alargarlo. Esto ya no es así, y forma parte del pasado. Desde hace poco, (abril del 2019) se puede obtener un visado gratuito en su misma frontera de hasta 45 días. Tienes que mirar si tu pasaporte entra dentro de la lista de países –si es español sí- y una vez llegas a la frontera dices hasta que día te quedas y ellos te dan el visado hasta ese mismo día. Sólo hay que dar la dirección del sitio donde te alojas. Es mejor decir algunos días más de tu fecha de salida real, por si acaso surge algún problema tener un margen de tiempo razonable.
Tren de mercancías cruzando el Río Dniester, existe poca información sobre cómo llegar en tren a Transnistria, y no hay un horario regular, lo mejor es preguntar en la estación de Chisiniau en Moldavia, o de Odessa en Ucrania.
Ya no hay corrupción en sus fronteras. Más información obsoleta y caduca pero que confunde mucho es la que existe online respecto a la corrupción en sus fronteras. Podéis leer en Internet mil casos sobre esta práctica, pero todos son antiguos, a día de hoy –al menos para los extranjeros- ya no hay corrupción en ninguna de las fronteras de Transnistria. Y se cruzan de una fácil y rápida, sin problemas. Existen en ambas fronteras (Moldavia y Transnistria) hasta placas con un teléfono anticorrupción para que llames en el caso de que alguien se quiera aprovechar de ti, cosa que no ocurrirá. Tampoco hay ya rastros de corrupción en ninguna de las fronteras con Ucrania. Existe algún testimonio sobre algún problema puntual con la policía de tráfico, pero no en sus fronteras.
También dicen que en Transnistria no hay nada que ver. Absolutamente falso (me pongo malo). En Transnistria hay tanto que ver como en cualquier otro lugar del mundo, o más, por su propia idiosincrasia y singularidad.
Y si ello no fuera suficiente, nada como la cotidianidad. Calles de Dubasari.
Un estado nacido en 1990, con Rusia de por medio de promotor y padrino, con toda la simbología comunista y una destilería de brandy como estandartes nacionales, con un sistema económico capitalista pero muy monopolizado por una sola empresa, sueldos bajos, economía problemática y una moneda propia que si sales del país te la comes, con tres idiomas principales, ruso, moldavo, y ucraniano, y un montón de minorías étnicas mezcladas a lo largo del lado oeste del Río Dniéster, como búlgaros, polacos etc.
Es un país alargado, pegado a un río, en primavera completamente verde y florido, llano en el sur y más o menos montañoso en el norte, salpicado de pueblos y ciudades con mercados activos donde las principales protagonistas son las abuelas vendedoras de productos locales de pañuelos de flores en sus cabezas, y con una ciudad como Tiraspol, capital única de lo más interesante.
Una mañana cualquiera en Tiraspol.
Con un pasado y presente fascinante, bla, bla, bla, -googlea, mira la wiki o lee libros- no exento de problemas para su población –como en todas partes, los mundos de yupi murieron si viajaste algo- y con cero turistas. Por lo tanto virgen, sobre todo si sales de su capital, bella sin duda e incluso monumental a su manera, arbolada siempre. Impoluto, todo está limpio.
Transnistria, usualmente ignorada, inadvertida y hasta invisible en el panorama internacional atrae a viajeros que bien son de los que se lo recorren todo, o son amantes de los lugares fuera de ruta lejos de los caminos más transitados, es en cambio cercana y ahora fácilmente accesible. Y muy barata para un extranjero.
De Tiraspol hacia el norte. Me gustan los tópicos tanto como los detesto, pero en realidad lo que más me gusta es la mezcla de lo típico en lo extraño. Como esta foto de un paisaje de primavera en un país considerado raro. Es un paisaje tan normal…
Existe transporte público a cualquier parte a precios muy bajos, está bien comunicada con sus vecinos, el autostop es facilísimo, no existe inseguridad, ni urbana ni en el campo. Hay hoteles decentes y apartamentos para alquilar. Y sigamos con los tópicos, se come de lujo a precios sorprendentes.
Y llegados a este punto, cualquier artículo de viajes ahora diría –seguro que lo adivinas-: y lo mejor del país son sus gentes. Y yo voy a decir lo mismo, primero porque es verdad, y segundo porque me parece de justicia tratar a Transnistria con esa estrucutura tradicional de la narrativa de folletín de viajes, para normalizarla, porque se lo merece, porque de patito feo nada, y por llevar la contraria, a los demás, y a mí mismo.
Transnistria cuenta con gente espectacular, y no hablo solo de sus supermujeres rusas que te hacen sentirte –por altura y belleza- una subespecie surgida de las manos de algún bromista, sino de su gente de a pie. Te ayudan siempre desinteresadamente, aunque algunos no sonrían en principio, con una primera máscara de seriedad que caerá en cuanto rasques un poquito, sin que les quede ninguna duda en echarte una mano o hacerte sentir bien.
¡Que sí malditos optimistas, qué tenéis razón! Que el mundo está lleno de gente buena. ¡Y en Transnistria más!
Leer aquí más sobre la supuesta seriedad rusa.
Recorreremos el país de sur a norte, y de norte a sur.
Usando minibuses y autostop.
Debido a su recién estrenada apertura con el tema del visado, en cuanto salimos de Tiraspol tenemos la sensación de recorrer lugares que muy pocos extranjeros occidentales han visto en los últimos tiempos.
El país entero es como volver a Rusia, no porque no haya diferencias entre este estado y Rusia, que las hay, o porque Rusia fuera toda igual, compacta y homogénea, que no lo es ni por asomo, se trata de que el mismo patrón se repite a lo largo de más de medio planeta, el mismo modo, la misma forma de ser, el mismo corte en ciudades y pueblos, la misma organización, las mismas comidas, el mismo alfabeto.
Ya sabéis, el transporte en marshrutka, las sopas y los arenques, las dachas y su huerta, la estación de tren con su máquina de vapor, y los samovares en sus trenes, y esos colores pastel que te persiguen allí donde vayas, tenues, como discretos.
Esta manera de ser, estas “estructuras”, se repiten a lo largo y ancho de más de medio planeta, comenzando aquí y extendiéndose su inconfundible aroma hasta más allá de diez mil kilómetros, ya en las orillas del Pacífico, en el Lejano Oriente Ruso, terminando en Vladivostok, por citar una de sus ciudades más conocidas. O dicho de otro modo, para ir desde Noruega a Corea tan sólo hay que atravesar un país.
Transnistria, llamada Pridnestrovia por sus propios habitantes, es una Rusia en pequeño, fácil y seguro de visitar. Y muchos de sus lugares están vacíos en el todopoderoso Trip Advisor, lo que para mí es un buen indicativo que genera mi máximo interés y un placer casi libidinoso, no porque los lugares que están fuera de una guía sean mejores que los que están incluidos, es por una obvia cuestión de curiosidad, de llenar el espacio en blanco.
Camenca, en el norte, aparece en google como “La ciudad se encuentra bajo control de la autoproclamada república de Transnistria” y dicho así, acojona, pero es un pueblo tranquilo y lindo con un mercado dominical bastante animado.
Me ha parecido un país puro para el viajero, y eso que hemos viajado en medio de una enfermedad que me obligaba a tomar un combinado de potentes antibióticos, y eso no es agradable, me dejaba, entre otras cosas, sin poder confraternizar con los locales junto al calor del los diferentes caldos destilados de la fábrica local Kvint, ni tampoco he podido descender, entre numerosos brindis, a los infiernos del vodka, afición tan propia de estas gentes, ni tan siquiera poder tomar una simple cerveza al atardecer viendo pasar los kayaks por el río Dniéster.
-¿Subimos?
-No, que moja.
-Vale.
En los próximos artículos intentaré dar más datos sobre el país. Desmenuzarlo, sí puedo. A ver si me da tiempo porque entre viajar, la de los ojos marrones, y trabajar, estoy tan liado que no acabo ningún país, se me amontona la faena.
Que aunque sea un fanfarrón, no quiero serlo, que me ciño con literalidad, que si viajo paso de escribir porque me gusta más vivir, estoy muy poco metódico con eso de concentrarse en el momento y todo ese rollo, y cuando no viajo, encima de que tengo que trabajar, la de los ojos marrones me lleva a un mundo de excesos del cual sería estúpido quejarse, pero que me mantiene, como mínimo y por ser fino, muy ocupado.
Y ahora disculpadme que me llaman.
Que opinarian los primeros exploradores de África, los polos, o América si les dijeramos que ahora “llenar el espacion en blanco en el mapa” se ha convertido en ir a sitios sin muchas reseñas en trip advisor… Me gustaría volver en el tiempo a esas épocas donde se exploraba lo verdaderamente desconocido… estoy segura de que a ti y a la de los ojos marrones también
María, te entiendo, pensarían que somos unos flojos, pero la situación ha llegado a tal punto, que si encuentras un lugar sin reseñas en el trip advisor es que realmente no va nadie. De todas formas lo pinto exagerado para recalcarlo y que se llegue a la conclusión que has llegado, por ejemplo.
Claro que me gustaría que no estuviera todo tan trillado, pero quien no encuentra lugares sin turismo es porque no quiere. Respecto a si ya fueron explorados, no me importa, los exploradores de antaño solían buscar gloria y reconocimiento, y yo eso sólo lo busco en modo de satisfacción personal.
El otro día estuve leyendo la historia de un japonés en bicicleta al que le fabricaron ropa especial y se lanzó por toda Siberia en invierno a través de ríos congelados. No importa que Siberia esté cartografiada, su viaje está lleno de aventura y emoción. Existe diferentes escalas, depende del punto en el que nos encontremos, en el que nuestro viaje puede estar casi al nivel de aventura que suponemos a los antiguos. Cruza Islandia andando o llega en los tiempos que corren a Tombuctú, no es empresa fácil. Recorre la India en calzoncillos. Intenta llegar a Kamchatka y dale una vuelta en moto, o simplemente haz autostop desde Yakukts hasta Magadán. Hubo un tipo hace poco, septuagenario, que se lanzó en un bidón en el Hierro y las corrientes lo llevaron hasta el Caribe. ¿Es conocido el Atlántico? Mucho, tiene hasta el fondo cartografiado, pero para alguien que se lo cruce a remo (hay bastantes) el océano lo deben ver parecido a los antiguos. Etc. etc. etc. El reto, y lo desconocido -aunque sólo lo sea a título personal- sigue estando ahí.
Gran parte del planeta está cagado, pero otras partes no. Creo (o al menos quiero pensar así)
Dr Livingstone, I presume?
Sí, ya sé que no quedan espacios en blanco en los mapas, pues ya todo está cartografiado y referenciado en las guías de viaje, pero creo que aún queda mucho mundo por explorar en el que uno puede sentirse como si llevara un salacot y se abriera camino a golpe de machete.
Pienso que eso es lo que hacéis tú y la de los ojos marrones, visitar lugares que aún no se han convertido en parques temáticos. Sitios donde los bares y los restaurantes son solo frecuentados por los lugareños, donde no hay buses turísticos de dos pisos y en los que, para ver un museo no hay que esperar una hora de cola. ¿Qué allí no está la Gioconda? pues bueno ¿y qué más da?
Creo que uno debe de viajar donde le pida el cuerpo, aunque a veces Transnistria pueda ser tan exótico como Albacete. Y cada cual debería marcar su propio camino olvidándose de TripAdvisors, Lonelys y similares (bueno, a veces ayudan y el Google maps ni te cuento).
jajaja Un texto genial jubilata! oye con tu permiso copio la parte de en medio y la uso para presentar otro artículo en facebook. Me gusta mucho.