GUINEA BISSAU, UN BIKINI Y YO
Nelo | April 21, 2019Hace unos nueve años que no piso Bissau. Aunque soy de los viajeros que suele regresar a los lugares que me enganchan una y otra vez hasta dejarlos exprimidos, en ocasiones, regresar después de tanto tiempo no suele ser una buena idea.
La globalización, modernidad o el paso de tiempo, llamémoslo como sea, suele empeorarlos y la mente juega al engaño dando la sensación de que cualquier tiempo pasado fue mejor.
No siempre ocurre esto, ni siempre las cosas van a peor.
Me bastó cruzar la frontera de Ziguinchor a Sao Domingos para darme cuenta de que en Guinea Bissau nada había cambiado.
Sao Domingos, bonito, apacible y fronterizo.
Los mismos árboles, la misma carretera, las mismas bicicletas dedicadas al menudeo.
La mismas ganas de vida y de vivir.
El mismo buen rollo.
Si bien al llegar a Bissau, la capital, sí que noté ciertos cambios, que sinceramente, viendo como viven la mayoría de sus habitantes, no me atrevo a llamarlos progresos.
He notado un considerable aumento del tráfico en la Avenida dos Combatientes da Liberdade da Pátria, la que va al aeropuerto y por la que los deportistas de Bissau son tan aficionados a correr –aunque ahora tienen también el parque Europa, que antes no existía-.
Avenida dos Combatientes da Liberdade da Pátria a la altura del Mercado de Badim.
Abajo el parque Europa.
Si quieres leer el artículo dedicado al centro de Bissau puedes pinchar aquí.
Algún gran hotel nuevo, y bastantes edificaciones de reciente construcción de considerable tamaño que hace nueve años no existían porque la historia convulsa de Guinea Bissau no lo había permitido, -el mismo Palacio Presidencial estaba reventado e incendiado-.
También veo unas cuantas calles más asfaltadas –no muchas, pero es que antes casi ninguna lo estaba- y bastantes más gasolineras, de la compañía GALP, por supuesto, por su pasado colonial portugués aún ligado al país.
A la derecha el Hotel Ceiba, muy caro pero de piscina accesible, a la izquierda al fondo el Palácio Colinas de Bóe y la Asamblea Nacional.
Sin estos detalles Bissau sigue siendo exactamente la misma.
Una ciudad tranquila –al menos en su centro viejo- con cierto aire provinciano, con un aroma embriagador-colonial-decadente para los extranjeros, tan atractiva para éstos como dura de roer para la mayoría de sus habitantes, que ven como las cosas apenas mejoran, y tienen que lidiar con unos sueldos paupérrimos que además tardan meses en llegar.
Y búscate la vida día a día.
Pese a la situación en toda la zona, la economía no arranca, la estabilidad política es casi una quimera y la democracia sólo una palabra para llenar la boca, no hemos tenido ni un solo problema de seguridad en las tres semanas de viaje por Gambia, Senegal y Guinea Bissau.
No sólo ningún problema de seguridad, ni de día ni de noche, ni en las ciudades, ni en las fronteras, ni en ninguna parte, si no que no hemos recibido ni el más mínimo intento de engaño en ninguna frontera, ¡ni tan siquiera la petición de un triste souvenir o propina! ¡Nada!
Y esto, comparado con los que viví hace nueve años es algo inaudito. Es posible que sea porque hemos usado transportes públicos en vez de nuestro propio vehículo, pero da igual, son buenas noticias de todas maneras.
Además estoy harto de la visión de un África insegura, del chorro de noticias negativas respecto al continente, de nuestra incapacidad de ver lo que realmente tiene para ofrecernos, y de nuestro empeño de ver el horror en ella.
Aquí las sirenas son negras ¡por supuesto!
Vista en el muro del campo de fútbol del Benfica de Bissau.
Dicho esto, lo que sí que he visto en este febrero del 2019 en Bissau es un cambio de comportamiento de algunas personas respecto a la seguridad a partir del anochecer.
Creo que la situación ha cambiado a peor en lo que a las horas nocturnas se refiere respecto hace nueve años. Hablo sólo de la capital, no del resto del país.
Esta mañana, conforme paseábamos por el mercado de Badim, el único lugar activo de Bissau un domingo por la mañana y que al parecer cuenta con sus propios carteristas, un policía enorme sin mediar palabra agarra la correa de la cámara enfundada, hace como que nos la quiere quitar, y ríe.
Es todo una broma, aunque nos explica que de día no hay problema`pero que a partir de las seis de la tarde (creo que exagera) alguien puede cortarnos la correa con un cuchillo y llevarse lo que tengamos.
Nos da un buen susto pero aprendemos la lección, a partir de ahora lo llevaremos todo metido en Garganta Profunda, mi tragona y gorrina mochila.
Garganta Profunda, pero qué guarra eres, por eso me encantas.
Práctica que defiendo no sólo aquí, sino en cualquier lado, en contra de la opinión de la de los ojos marrones que piensa que todo el mundo es bueno, ya que a ella nunca le ha pasado nada malo, como que te pongan un destornillador en el cuello, o una pistola en la sien.
Sí, a mí sí, entre otras cosas, por cierto ambas en mi ciudad de origen y no de viaje.
Por el mercado también he notado bastante gente que nos interpela, antes eso era imposible. Un comerciante nos llama y nos da una nuez de cola, la abro y la pruebo, está amarga y raspa. Otro tipo me explica en inglés sus propiedades, al parecer es poderosa y si te pasas te puede sentar muy mal, es un estimulante más fuerte que la cafeína, nos dice que los estudiantes la toman en época de exámenes. No compro, ya ando lo suficientemente estimulado de normal.
Nuez de cola.
En otra ocasión paseábamos más allá del Parque Europa en Bissau, por la avenida 3 de Agosto hacia el puerto de Badim, quería ver esa zona porque no la conocía de antes. Estaba poniéndose el sol y justo cuando pasábamos por delante del edificio de la ONU situado en una esquina del parque, uno de los guardias de la entrada nos llamó y nos advirtió que más adelante habían bandidos, y que no era una buena hora para pasear por allí.
Seguramente no hubiera pasado nada, pero nos daba lo mismo ir a un sitio que a otro, así que agradecí el consejo y seguimos en otra dirección.
Esos días conocimos a un vasco con residencia en Bissau, durante un par de días hablamos mucho, salimos, nos hicimos amigos. Nos corroboró que de noche hay que llevar cuidado. No mucho, pero sí algo, cosas como tomar un taxi en vez de ir andando por la calle, o al salir de cenar, o de una discoteca.
Hace nueve años podías andar a cualquier hora del día y de la noche por la capital y no pasaba nada. También he leído algún testimonio fiable de asalto en la calle en plena noche, pero en un grado mucho menor que en ciudades como Madrid o Barcelona, o no digamos ya las latino americanas.
Odio el alarmismo, pero se me juntan todas estas cosas e intento llevar cuidado de noche, como ya he hecho en otras capitales africanas. Además he de reconocer que si no viajo solo llevo aún más cuidado. Me temo que cuando uno viaja en pareja tiene más miedo que viajando en solitario. El porqué es obvio: te preocupas por dos en vez de por uno.
La de los ojos marrones me acusa en este viaje de contagiarle ese miedo, tal vez tenga razón, pero ¿dónde ponemos los límites? ¿A qué hacemos caso y a qué no? Si te dicen que cierto barrio es inseguro de noche, y tú eres un recién llegado ¿te metes o no te metes? Si no hay más remedio nos metemos, pero meterse para nada…
Llamadme cobarde, que ya sabemos donde acaban muchos valientes.
Aquí están los valientes.
Respecto a la fama de narcoestado del país, los turistas y viajeros podemos estar tranquilos. Siempre hemos podido estarlo, dichas actividades nunca afectaron directamente al turismo, y más en estos tiempos en los que parece que la situación ha cambiado desde que miembros de la DEA tendieron una emboscada a los principales mandamases del país involucrados en el blanco negocio y se los llevaron presos a Norteamérica.
En las fronteras y en los numerosos controles de carretera ni el más mínimo problema, no sé si porque la situación ha cambiado o por usar nosotros transportes públicos, porque en la anterior ocasión que viajé por estos tres países sí que tuvimos problemas al ir con nuestra camioneta. Ninguno grave pero sí numerosos y molestos. Además muchos testimonios de viajeros con vehículo propio confirman estos hechos.
Si quieres leer más sobre el tema puedes pinchar aquí: Controles policiales en África Occidental, Manual de supervivencia.
Acerca de los buscavidas en toda Guinea Bissau, todo sigue igual, brillan por su ausencia, de momento, y solo encontramos a uno -¡en todo el país!- en el puerto de Bissau. Quería que pagáramos el doble, 5000 cefas en vez de 2500, por una plaza en la canoa de Bolama. Eso fue todo, ningún otro en ninguna parte y eso que hemos recorrido buena parte del territorio.
En cuanto a la seguridad de las canoas que van a las Bigajos, el eterno dilema entre los viajeros que allí se dirigen es el de tomar el ferry grande o las canoas locales.
Yo lo tengo claro, me gustan las canoas, por lo menos hasta que me lleve algún susto.
De todas formas que cada uno haga lo que quiera. Las canoas son exactamente iguales a los cayucos que llegan a las costas de las Canarias, y si no estás habituado impresiona, por lo que puede que no sean aptas para todos los públicos.
Los que pensáis que subirse a una es jugársela, en la misma avenida del puerto de Bissau podéis ver la agencia de Consulmar, y en su web, rutas, horarios y precios, por si preferís usar el barco grande.
En la canoa Bolama-Bissau. Puedes saber más sobre Bolama y la travesía pinchando aquí.
Así que puedo decir en líneas generales que Guinea Bissau no ha cambiado nada en nueve años, y no sé si eso es bueno o es malo, pero a mí el país me encantaba y me sigue encantando.
El máximo exponente de que todo sigue igual lo veo de manera clara en el lugar donde nos alojamos cuando hace mucho calor.
En el campamento del alemán Andrea, en plena avenida al aeropuerto, llamado también Restaurante-residence Almagui, la estampa es idéntica a la de hace nueve años.
Esta misma foto la podría haber tomado entonces. Una reparadora piscina sobre un fondo de coches de la ONU.
No sé que pensar de Naciones Unidas, ¿pacifican la zona pero eternizan el conflicto? ¿qué carajo siguen haciendo aquí después de tantos años? ¿Seguir cobrando sueldos de vértigo y tirándose a todo lo que se menea? Desde luego buena fama no tienen…
Pero algo nuevo a mi alrededor, algo que me distrae y que hace que me olvide de la ONU, de Bissau, y de la madre que nos parió.
Esta vez la de los ojos marrones toma el sol en esa misma piscina, el zumbido del tráfico lejano suena como las olas del mar, pajaritos de todo tipo se zambullen en el agua para refrescarse,
Yo también hago lo mismo, lo necesito. Así no hay manera de concentrarse ni de escribir nada serio.