HOT MAURITANIA. RENOVACIÓN DE VISADO EN NOUAKCHOTT
Nelo | June 27, 2014Estamos llegando en el autobús que viene de Atar a Nouakchott, James se empeña en que vayamos con él a dormir a la casa de no se quién.
Insiste de manera compulsiva y continua.
Es como un couchsurfing pero por pelotas, obligado, sin opciones, y ¡después del día que nos ha dado!… Debo ponerme serio con él, le digo que le doblo la edad, que podría ser su padre, que respete nuestra decisión.
Insiste, bajamos del autobús, sigue insistiendo, finalmente me vuelvo hacia a Darren con cara de desesperación y con el puño cerrado me golpeo la otra mano abierta, James Bond entiende en que estoy pensando, desaparece dentro de un taxi, no lo volveremos a ver, aunque ¿quién sabe?
Igual un día sale Obama en televisión y veo a James formando parte de su escolta oficial.
En Nouakchott un taxi, tras rechazar un par de ellos que nos querían cobrar de más, nos lleva al Aubergue Bab Sahara, el la salida de Nouakchott a Nuadibú, no demasiado lejos de la central de taxis y autobuses que van y vienen entre las dos ciudades. Barato, dormimos en la terraza dentro de una jaima pequeñita, está todo muy limpio y los que llevan el albergue, una pareja de franceses son muy amables, simpáticos y te ayudan a todo lo que está en su mano. Sólo un problema, las pequeñas jaimas cuentan con mosquiteros que no protegen de los mosquitos y si uno no tiene repelente será acribillado por ellos. El spray color amarillo “made in Senegal” que venden en la tienda de enfrente al albergue no mata ni a un solo de ellos.
Al día siguiente Darren y yo explicamos al staff del albergue el problema de la visa de Darren, caducada ya desde hace unos cinco días, se ve que ya han escuchado antes casos similares, dicen que si queremos ellos enviarán a un chaval que se ocupe de todo. Esa tarde ese chaval llega con el pasaporte y el nuevo visado estampado en él. Darren no ha tenido ni que presentar las fotos ni tan siquiera verle la cara a la policía.
Le ha costado los 5000 ugiyas que vale el visado + 3500 ugiyas de propina al gestor que ha hecho esto + el taxi de ida y vuelta del albergue a la policía. Yo creo que la historia no le ha podido salir mejor y nos vamos a un restaurante a celebrarlo, nos hinchamos de arroz con pescado riquísimo a menos de un euro cada uno.
Por la tarde, después de comer, nos despedimos, él vuelve a Atar, quiere seguir en el desierto, yo me marcho en un taxi a Nouadibú, ya voy de vuelta. Bai, bai, mai friend and gud lock.
Antes de subir el taxi tengo un conflicto con un listillo por la plaza a ocupar.
Yo estoy antes que él y quiero ventanilla, cuando el listillo llega yo me bajo del taxi y le digo, cediéndole el paso, que suba, el dice que no, que suba yo, y yo que no que suba él, él me dice que se marea y vomita y yo le digo que yo también.
Seguimos así un rato, yo sé como funciona esto y sé que si yo estoy primero me toca elegir plaza, si el listillo es un señor mayor que yo, me callo y le dejo elegir pero éste listillo encima era más joven que yo, así que no cedo, no me da la gana.
La situación se pone por momentos desagradable, se enfada, dice cosas en hassania, yo no digo nada, mi cara es imperturbable.
Los chicos que expenden los tikets de los taxis me dice con señas que muy bien por no dejarle al otro subir, me conocen de la otra vez que estuve aquí hace unos días, se acuerdan hasta de mi nombre si bien los cabrones me llaman Manuela en vez de Manuel.
-¡Muy bien, Manuela, muy bien!- Me dicen mientras levantan el dedo gordo en gesto afirmativo.
Cualquier viajero sabe que las discusiones a la africana son casi democráticas y siempre muy participativas…
El listillo acaba subiendo al taxi, donde le toca, en medio, ni se marea ni vomita en las cinco horas de viaje, yo pago mi osadía soportando una presión en las caderas nunca conocida por mí en mi ya, se podría decir, larga experiencia de taxis colectivos.
Llego a Nouadibú de noche, la entrada en el Abba la hago ya con una relativa familiaridad, les digo hasta que número de habitación quiero, me siento como en casa, caigo rendido.