TRANSNISTRIA DE NORTE A SUR. DUBASARI
Nelo | June 15, 2019Estamos de viaje por Transnistria, es primavera –mayo 2019- la de los ojos marrones revolotea a mi alrededor, los pajaritos cantan, desde hace muy poco se puede entrar en el país de manera fácil y gratuita, ahora se expiden visados en su frontera de hasta 45 días cuando hasta hace poco solo lo concedían de 10 horas.
Hemos pasado unos días en su capital Tiraspol, y ahora queremos recorrer el país de sur a norte. Ver que hay más allá, me pone la terra ignota.
Puedes leer más información sobre el visado para Transnistria y sobre viajar a Transnistria por libre pinchando en este otro artículo.
Elegimos la ciudad de Dubasari como campamento base, desde ahí podemos acceder al resto del país en un día debido a su posición central, y alquilamos un apartamento grande y barato, uno de los pocos que aparecían online situados fuera de Tiraspol.
Nuestro recorrido es: Tiraspol-Dubasari-Rybnitsa-Raskov-Camenca, y vuelta desde allí a Dubasari, y a Tiraspol.
Todo ello situado a lo largo de la carretera M-4 que actúa de eje norte-sur siguiendo la forma del país alargado y pegado al río Dniéster. Casi todo lo que queda al oeste de río es Moldavia, y todo lo que queda hacia el este es la autoproclamada Transnistria.
Vista de Moldavia en la otra orilla del río Dniéster, foto tomada desde una de las dos sinagogas derruidas encontradas en Rascov, en la autoproclamada Transnistria.
Y más hacia el este aún, Ucrania, y la ciudad de Odessa, y más allá Crimea, donde a primera vista los rusos han hecho hace poco algo parecido a lo que en su día hicieron con Transnistria y Moldavia, ponerlas bajo la custodia de la gran federación.
DUBASARI
Es una ciudad situada a unos 65 kilómetros al norte de Tiraspol, numerosos minibuses diarios las conectan en una hora y media de trayecto y a un precio de 35 rublos transnistrios. No llega a dos euros.
El transporte de autobuses hacia el resto de Transnistria, y el que va viene de Chisiniau y Odessa, parte desde la estación de trenes de Tiraspol.
La carretera es bastante bacheada pero más o menos recta, suele ser de tres carriles, uno para cada sentido y el del medio para adelantar.
Predominan las llanuras con cultivo de cereal, vides, y forraje, el paisaje se va ondulando poco a poco, casi sin sentirse.
Hemos alquilado un apartamento en Dubasari, a un tal S. que no sabe hablar ni una sola palabra de inglés.
Para cruzarnos los mensajes hemos estado utilizando un traductor de Internet. Nos está esperando en la estación de autobuses cuando llegamos.
Cada vez usamos más el traductor (del teléfono). Es el futuro, en unos diez o veinte años llevaremos todos uno colgando del cuello, nos traducirá a tiempo real y estudiar idiomas será inútil, podremos elegir nuestra voz dependiendo del idioma, nos enteraremos de todo lo que se hable a nuestro alrededor, y podremos hacer cosas cosas asombrosas, como follar en japonés o maldecir en telugu.
Nada más abrirse la puerta de la furgoneta un tipo me hace una seña y dice mi nombre. Se trata de S., es robusto, lleva el pelo rapado, y aunque en un principio muy serio, luego demostrará ser un tipo simpático que se desvive por nosotros y pone todo de su parte para que nos vaya bien.
Pero eso aún no lo sabemos. De momento tengo a un desconocido con aspecto eslavo y marcial conduciendo un coche camino de no sé donde.
Me fijo en la bandera que lleva en el salpicadero, no me cabe duda que es, o ha sido, paracaidista. La señalo y le hago el gesto de saltar de un avión, me entiende enseguida y me confirma que es militar.
Me gustan los paracaidistas, son muy echados para delante, y están un poco tronados, pero en general se puede confiar en ellos, suelen ser gente recta y de palabra. Conozco algunos de los que se podría escribir un libro entero.
Desde el coche de S.
Atención a los colgantes del retrovisor. Hoy en día religión y nostalgia por el comunismo pueden ir de la mano sin problemas.
El apartamento es para nosotros solos y está a unos quince minutos andando del centro de la ciudad.
Es muy ruso, es decir que por dentro está muy bien pero por fuera parece que vivas en un edificio donde se vende crack.
Esta mala apariencia exterior es de lo más normal tanto en Rusia como en todos sus países satélites, una entrada deprimente, una escalera olvidada, hasta sucia, y un rellano patibulario que da la sensación que si crías a los hijos en semejante lugar morirán jóvenes y de manera violenta.
No hay problema, todo eso es tan sólo sugestión. Después, al cruzar la puerta todo suele cambiar, y encontramos un piso grande y limpio una vez más..
Me enternecen los detalles bonitos. ¡Dios!
La comunicación con S. es fluida pese a no tener idioma común. Nuestro ruso no llega a las diez palabras. Se preocupa de darnos los horarios de autobuses, llamará a un taxi al día siguiente cuando nosotros le llamemos muy temprano para que venga a por nosotros y nos lleve a la estación de autobuses,:
-Tú me llamas y yo llamo a un taxi.
-S., perdona, ¿cómo te voy a llamar a esas horas?, ¡es muy temprano!
–No pasa nada soy militar, me levanto a las 3 y media cada día- Me dice mientras se golpea el pecho. Le creo.
Centro de Dubasari.
Yo creo que los símbolos comunistas persisten más como seña de identidad que como doctrina. Habrán nostálgicos, por supuesto, pero para mí es más una afirmación de sus orígenes y algo que los distingue de sus vecinos.
S. nos dará también los horarios de vuelta de los buses, y hasta un teléfono completamente gratis para que lo llamásemos en cualquier momento.
-Pero S.–le digo- yo no hablo ruso y tú no hablas inglés… ¿para qué el teléfono?
Y me dice tres letras que contestan a mi pregunta:
-SOS, (su nombre), SOS.
Impresionante, nos da un teléfono para emergencias. Este teléfono me creará varias situaciones surrealistas. Me llamará gente que no sabré que quiere. Y en medio de una tormenta el mismo S. me llamará muchas veces porque sabe que estamos en el campo –nos mandó él a la presa- y la tormenta es de las fuertes, pero nosotros ya estamos en un refugio aunque mojados como pollos, aunque no sabía cómo explicarle que todo iba bien y que no íbamos a salir en las noticias:
-Da, da, okey, okey.
-Привет, много дождей, ты где?
-Niet problem, ok, ok, da, da…
–Если хочешь, я пойду за тобой…
-¡qué estoy okey, carajo!
El teléfono no dejaba de sonar y yo contestaba y repetía cada vez lo mismo.
Él imagino que me diría en ruso:
-¿Pero dónde estáis?
Pero eso era algo que yo no sabía, ni en ruso, ni en español. Ese día no veríamos la presa, nos habíamos perdido.
Nos contará que nació en Tiraspol, pero que su madre es de Dubasari, lugar donde el luchó en la guerra contra Moldavia en el 90, desde entonces vive aquí y es militar.
S. se considera ruso. Debemos tener la misma edad más o menos, lo imagino con veinte años saltando desde aviones rusos a las oscuras llanuras moldavas al oeste del Dniéster, justo cuando yo más me divertía de discoteca en discoteca bajo la luna de Valencia. Lo imagino en la batalla, con hambre y frío, o en largas guardias tediosas en medio de la niebla helada, en el mismo momento que mi máxima preocupación era comprar una moto aún más gorda a la que se subiera un culo aún más bonito, (y no al revés, jeje…)
En cualquier caso, S. estará ahí como un amigo cada vez que lo necesitemos. El último día nos llevará de vuelta a la lejana estación de autobuses. Donde hasta nos damos un abrazo al despedirnos, creo.
Acompañándome a comprar el billete, estación de autobuses de Dubasari.
En Dubasari, y por ende en toda Transnistria de momento reina la paz, aunque ésta no se haya oficialmente declarado. Y la ciudad, con ese aire tan provinciano que tiene, es conocida por tener allí el mayor embalse de toda Moldavia, a un lado de la presa que hace de frontera es Moldavia, y al otro lado Transnistria. Hay que acercase hasta allí con discreción y sin hacer fotos.
El siguiente documental es muy recomendable, habla sobre esta presa y Dubasari, y las dos orillas. Es en español, si te interesa este territorio me parece de obligada visión, y si no también:
Según he oído fue en Dubasari donde la guerra fue más encarnizada. Ahora S. alquila apartamentos a turistas. A mí me parece bien, muy bien, incluso.
Es un alivio que se abran nuevos territorios al pueril acto de viajar, que no todo sea un rosario de países cerrándose y cayendo uno tras otro, a base de nuevas guerras, amenazas terroristas, y/o gobiernos imposibles.
Hoy en día hay una universidad, un centro más o menos activo, un supermercado Sheriff, un salón de bodas muy hortera y suntuoso, un restaurante Andys con comida exquisita y barata, y un montón de casas viejas de los años cincuenta alrededor del casco urbano de una ciudad rodeada de campos verdes.
Detalles -más que cuestionables, ni mente abierta, ni leches- de un coche de boda en Dubasari.
Mañana iremos al norte del todo, a Camenca, almorzaremos en un mercado dominical, una vendedora nos dirá de carrerilla como un viejo teatrillo en castellano puro, y un nonagenario apoyado en bastones se declarará de origen polaco y me dirá que en esta parte del país hay muchos, y visitaremos cementerios con mesas y sillas en cada tumba, y una enorme sinagoga derruida y perdida en Rascov, un pueblo a orillas del Dniéster, y una caminata demasiado larga e infructuosa en búsqueda del cementerio judío –está en el otro lado, en la orilla moldava- que dará paso a una buena bronca, y a dedo de vuelta, con una madre y dos hijas adolescentes que regresaban hasta Tiraspol, pero que nos dejarán en Dubasari. El quinto coche que pasa., para ser más exactos: vamos nena ponte ahí y sonríe, tiene que parecer que eres simpática, diré bajo la atenta mirada de un Lenin imperecedero y bajo un sol húmedo y brillante.
En fin, lo normal.
Lenin en la comunidad rural de Rascov, Transnistria.
La primera de las zonas donde se desarrollo el conflicto militar fue en la orilla izquierda del Dniester, en los pueblos, ordenados de norte a sur, de Molovata Noua, Cocieri, Corjova y la ciudad de Dubasari, que forman una zona habitada practicamente contigua de 10-12 kilometros de longitud a lo largo del rio. La unica conexion con la orilla derecha desde los pueblos es un ferry. Dubasari cuenta con dos puentes. El 1 de marzo de 1992, Igor Shipcenko, el jefe de la milicia de la RMP (Transnistria) en Dubasari, fue asesinado por un adolescente, pero se inculpo a la policia moldava. Aunque pequeno, el incidente fue suficiente para detonar la ya tensa situacion. Como respuesta, los cosacos que habian venido de Rostov del Don a apoyar al bando transnistrio, asaltaron la comisaria de Dubasari durante la noche.
Gracias por el copia y pega, venga te doy vidilla.
Si alguien quiere seguir leyendo este interesante artículo sobre la guerra de Transnistria, sólo tiene que seguir este enlace:
https://contubernium.blog/2018/04/08/la-guerra-civil-de-transnistria/