SUECIA. EN UNA CABAÑA JUNTO A UN LAGO CONGELADO
Nelo | December 9, 2018He vuelto a Suecia veintitrés años después. En aquel verano del 95 mi relación con el país fue un “aquí te pillo aquí te mato” provocado por la policía noruega, la cual me asaltó dejándome en bragas después de detenerme y llevarme a comisaría, donde me pusieron un vídeo a todo color de mi trasero y mi moto circulando a la friolera cifra de 95 kmh en una zona –de montaña- en la que estaba prohibido circular a más de 60 kmh.
Me desplumaron. No fue mucho, el equivalente a unos 400 euros de hoy en día después de regatear, pero suficiente para que nunca alcanzara el Cabo Norte y decidiera abandonar este rumbo y girar hacia el sur en busca de poder llegar a casa con el poco dinero que me quedaba.
Recuerdo la conversación exacta:
-Voy a la cárcel una semana y listo, no pienso pagar -Si pagaba se acababa todo.
Mi presencia en comisaría levantó cierto revuelo, yo era más joven y más nervioso, en la misma mesa siete policías y yo.
-No puede ir a la cárcel, esto es una sanción administrativa, no es penal.
-Entonces si me niego, qué ocurre.
-Fácil. Le embargamos la moto, la subastamos, nos cobramos nuestra deuda y lo que quede para usted.
¿Subastar mi moto? En aquellos tiempos hubiera preferido la castración química antes que alguien subastara mi moto.
¡No sin mi moto!
Entonces no tenía tarjetas de crédito, ni existían las compañías como Western Union, ni las transferencias inmediatas, y uno podía quedar días y días esperando un giro que dependiendo del país podía tardar hasta semanas en llegar, el mismo tiempo que tardaba una carta por correo.
Pagué y seguí subiendo durante algún día más, pero además de quitarme gran parte del dinero, minaron moral y mortalmente mi sueño boreal, alcanzar la punta norte del continente europeo. Nunca llegué. Si llegaba hasta arriba no me quedaría dinero para volver a casa; los días de lluvia constante y el circular capado por los límites de velocidad constantes no contribuyeron a nada bueno.
A mi Gsx-R no le gustaban los límites, y a mí tampoco. Las restricciones, las legislaciones masivas, y la falta de libertad se popularizaron en los noventa, pero yo venía directamente de la España ochentera de “mucha policía, poca diversión” y tenía aversión a cualquier tipo de autoridad.
“Creéis que todo tiene un límite, así estáis todos limitados.”
Eskorbuto
Así que me dije, paso de Noruega, me vuelvo por Suecia; pero la primera noche que dormí en Suecia, en una cabaña de un camping, me picó un mosquito en la oreja y me la puso de tal calibre que no me podía meter ni el casco. Como una oreja de esas de broma, érase un hombre a una oreja pegado.
Tanto, que acabé en un hospital de Dinamarca donde me administraron antihistamínicos en vena, no recuerdo si en la misma oreja.
Antes de eso me robaron mi saco de dormir en el ferry.
Para que alguien diga que Europa del norte es aburrida.
La de los ojos marrones coqueteando con una pulmonía. Diciembre 2018.
Pero he vuelto, y esta vez pienso sacarle todo el jugo que pueda a los pocos días que tenemos para viajar por el país. Vamos persiguiendo un sueño, el de la cabaña en el invierno ártico, en el desierto helado, en las planicies de los bosques blancos de hielo y nieve.
Vivir y sentir aunque sólo sea por unos días el salvaje norte es fácil. Lo que para nosotros es una experiencia extraña, exótica, apasionante e increíble, tan solo es el el fin de semana o las vacaciones típicas de los suecos.
Solo hace falta pues, venir a Suecia y hacerse el sueco, dejando que el mundo siga girando mientras te concentras en el crujir de tus pasos sobre el hielo.
Así que lo hemos hecho es tomar un par de aviones hasta llegar a Estocolmo, donde he alquilado un coche, el más barato que había, y hemos recorrido 800 kilómetros hacía el norte, hasta una cabaña que alquilé por internet, donde vamos a pasar unos pocos días. Se encuentra ya cerca del Círculo Polar Ártico, a unos 65 kilómetros de Storuman, el pueblo más cercano.
Es una cabaña al lado de un lago congelado, desde su terraza se puede saltar al hielo –al agua en verano- Tiene de todo y no tiene de nada. No tiene luz, ni agua corriente, ni wifi. Tiene luz de velas y calor de estufa de leña que hace de cocina, tiene agua en bidones, tiene dos literas, una mesa y cuatro sillas. Nada más. Está aislada, desde ella es imposible ver cualquier otro tipo de construcción menos la sauna, otra casita de madera situada a unos 40 metros también en la orilla del lago, a nuestra disposición.
Suena bien ¿verdad?
DATOS PRÁCTICOS
Estos han sido los precios:
Hay vuelos mucho más baratos desde cualquier punto de Europa pero nosotros pagamos 180 euros por el billete Valencia-Estocolmo, vía Amsterdam, aunque no salimos del aeropuerto porque el tiempo de escala es muy pequeño.
La de los ojos marrones lo prefiere porque así evita ponerse en estado catatónico como cada vez que desembarcamos en Ámsterdam. Podéis leer sobre su última catarsis cannábica pinchando aquí.
Esta vez no hubo pelotazo en Ámsterdam.
El coche de alquiler a 20 euros al día. En un mayorista de ésos de más barato imposible. El más pequeño que había. Ya tengo claro, después de varías experiencias por el norte y con nieve y hielo que el coche es lo de menos. Con que tenga las ruedas preparadas con neumáticos de nieve sé que puedo hacer lo mismo que con cualquier otro coche siempre que no me meta en pistas demasiado off road. Y en Suecia todos los coches están obligados a calzar este tipo de ruedas desde noviembre hasta abril.
Metiéndonos en líos.
35 euros cada noche en la cabaña de Storuman, más 40 de otra en la que hacemos noche al subir, y otros 45 de una gran casa en la que hacemos noche al bajar, ya de vuelta. Con estas dos noches de camino parto los 800 kilómetros de viaje en dos y no se hace tan pesado.
Todo eso más la gasolina que vayamos a gastar, lo bueno es que al ser un coche pequeño gasta muy poca, lo malo es que la gasolina en Suecia no es barata.
Con neumáticos de invierno se puede circular por la nieve a una velocidad de 90 kmh con una seguridad sorprendente y suele ser su límte legal de velocidad. Pero es importante saber que los radares en Suecia están hasta en los lugares más insospechados y que las multas son de órdago. Circular a 50 en una zona de 30 supone la retirada inmediata del carnet de conducir.
La comida la traemos de casa o la compramos en los supermercados. Los precios de Suecia no en exceso superiores a los de España.
Es posible atravesar toda Escandinavia de cabaña en cabaña, hasta en pleno invierno, es muy fácil reservarlas por Internet, y están totalmente acondicionadas para las bajas temperaturas siempre que se tenga leña y se sepa encender un fuego.
Lo único negativo del invierno puede que sea las escasez de horas de luz, si eso se puede considerar negativo ya que cuantas más horas de oscuridad más posibilidades de ver auroras boreales. O de estar en la sauna, de leer o escribir, o de retozar en la cama.
Dependiendo de la latitud y de la época es posible hasta permanecer en una noche continua, en otras ocasiones, como la de ahora, a primeros de diciembre y apenas por debajo del círculo polar ártico empieza a clarear a las 8 de la mañana siendo otra vez la oscuridad completa a las 3 y media de la tarde.
¡Como si se pudiera matar el tiempo sin insultar a la eternidad!
Thoreau
Cabañas hay de muchos tipos, las hay bien espartanas, aisladas en lo salvaje y las hay al lado de la casa principal de los anfitriones con todo tipo de comodidades y lujos. Ambas las puedes conseguir en invierno por unos 30 o 40 euros al día aproximadamente.
Cabaña con todas las comodidades usada para dormir a mitad camino de nuestro destino.
Cabaña de pescadores en medio de lo salvaje.
MI RECONCILIACIÓN CON SUECIA.
Y ya que he empezado el artículo dando caña quiero cerrarlo de otra manera. En este último viaje llevábamos dos horas en Suecia cuando tuve que preguntar a un sueco en un parking por un cajero automático. Nos llevó sin dudarlo en su coche, dándonos conversación. Hablamos del clima, no entendía como podíamos buscar el norte. Un tipo simpático.
Ahora voy a cajeros, tengo tarjeta de crédito y ya no me quedo sin dinero en los viajes, pero siempre me falta tiempo. No creo haber salido ganando.
Que alguien que no te conoce te lleve en su coche no es poca cosa ni un hecho baladí. Uno no espera este tipo de cosas en países como Suecia, lo que demuestra que somos como racistas pero en el otro sentido. Da mucho que pensar y te aparca el pesimismo sobre la humanidad durante un buen rato. Acaso aún queda esperanza para el mundo.
La de los ojos marrones dice que es mi karma el que hace que me pasen cosas como la de este coche, y es verdad que me pasa mucho, casi siempre en los lugares más insospechados, pero no creo que sea el karma, como no lo fue el día que un mosquito me puso la oreja como una berenjena, sólo creo que al que viaja lo suficiente le pasan estas cosas.
Nada más.