HONG KONG. EL BARCO DE BOMBEROS ALEXANDER GRANTHAM
Nelo | March 20, 2018Estamos en Hong Kong tramitando y esperando el visado para China. Es un buen lugar donde hacerlo, cuesta menos de la mitad que en España, unos 60 euros, y el trámite es mucho más sencillo.
Vistas de la bahía Victoria desde el Victoria Peak.
Como prólogo confesaré que me gustan los cacharros grandes, raros y viejos, y más si me los encuentro por casualidad, camino de otra parte. Últimamente he subido a un rompehielos atómico en Murmansk, a un submarino nuclear en Vladivostok, y hoy, a un barco de bomberos en Hong Kong, cumpliendo así mis sueños más pueriles de viaje, ésos que surgen de cuando eres niño.
Todos ellos, por desgracia, varados. Impresionantes de por sí, pero dormidos, quizá para siempre, disecados en forma de museo. No me importa porque es mejor que nada, pero en este caso también me gusta todo lo que tenga que ver con bomberos, tal vez por deformación profesional, y a cada lugar que viajo me fijo en ellos y si puedo les hago una visita.
Los bomberos, además de desnudarse en las despedidas de soltera y de aguantar chistes sobre mangueras a lo largo de toda su vida laboral, también, entre otras cosas, apagan fuego, y eso es algo que todo el mundo sabe. Lo que ya no es tan usual es hacerlo desde un barco, y menos aún, en el fantástico escenario de la Bahía Victoria de Hong Kong, en aguas del Mar de la China Meridional.
El barco de bomberos Alexander Grantham ya no presta servicio hoy en día más allá del didáctico y turístico, su tiempo ya pasó, pero al menos disfruta de una retirada gloriosa en las orillas de Quarry Bay, a escasos metros del mar donde vivió, pudiendo ser visitado de manera gratuita.
El distrito hongkonés de Quarry Bay era en principio un arroyo que descendía de una montaña desembocando en el mar, en el que los indígenas de la zona pescaban un tipo concreto de carpa, pero tras la industrialización ya no hay ni montaña, ni arroyo, ni indígenas, y la línea de la costa se encuentra setecientos metros más allá después del terreno ganado al mar.
“New School Atlas For Hong Kong” (1998 Edition)- Ling Kee
En gris terreno ganado al mar en Hong Kong.
A cambio, Quarry Bay es hoy en día un distrito superpoblado, muy activo y que enseña al viajero lo que es la vida urbana en grado superlativo.
Hong Kong adolece de ciertos problemas de espacio, por ejemplo, este señor tiene tantas cosas dentro de su tienda que ya no cabe dentro de ella.
A Quarry Bay se puede llegar en tranvía, que es la mejor y más barata manera de conocer la Isla de Hong Kong.
Los tranvías en Hong Kong son los únicos del mundo de doble piso junto con los de Alejandría en Egipto y Lancashire en Inglaterra, y con ellos se matan varios pájaros de un tiro, es barato, te mueves en un vehículo único, panorámico e histórico que confiere a la ciudad una personalidad propia en todos los distritos isleños de Hong Kong donde llega. Más que un transporte, es una experiencia en si misma, una atracción para los forasteros.
En esta foto se puede ver el de línea (verde) y el turístico. La diferencia es la misma que entre los buses de línea y los turísticos. Los segundos te pegan una clavada muy importante para llevarte por los mismos sitios que los de línea, y además, si llueve, te mojas.
Por su gran número, frecuencia de paso y la manera en que están cuidados y decorados no da la sensación de ser un transporte en declive como en muchas otras partes del mundo. Además de divertido, su precio fijo de poco más de 20 céntimos de euro los convierte junto a los ferrys que cruzan la bahía en la mejor opción para ahorrar dinero en una ciudad que no es precisamente barata.
La mayoría de ellos recorren la isla de Hong Kong siguiendo la Kings Road, avenida que recorre de este a oeste todo el norte de la isla, y cuya traducción de su nombre chino –ocurre que los lugares suelen tener dos nombres, el británico y el chino- significa “tarde, como de costumbre”, en un ejercicio de humor amarillo ya que antes, cuando aún no existía el metro ni la autopista del corredor este, se formaban unos atascos monumentales al ser la única vía de comunicación existente.
Tranvía atravesando Quarry bay por la Kings Road.
Dirigirse a visitar una exposición de viejos carteles de cine hongkonés y acabar en un barco de extinción de incendios no deja de ser divertido y demuestra que el viaje es de todo menos una línea recta trazada entre dos puntos, lo contrario a una fórmula matemática, convirtiéndose el azar como el mejor condimento al movimiento, y el exceso de planificación una amenaza frente a la poesía del nomadeo.
El barco de bomberos Alexander Grantham dando la bienvenida al famoso Queen Elizabeth (renombrado Seawise University) en 1971 a su llegada a Hong Kong.
El destino, en ocasiones irónico y macabro, les tenía reservado un nuevo encuentro un año más tarde, cuando el barco de bomberos tuvo que actuar en el desastroso incendio del transatlántico.
Foto de South China Morning Post
No sirvió de mucho y el barco terminó hundido. Parte de sus restos se utilizaron como relleno para el nuevo aeropuerto.
Los bomberos de mar de Hong Kong actúan en dos principales tipos de servicios, los incendios de los muy numerosos buques del intenso tráfico marítimo de la Bahía Victoria y los fuertes tifones que habitualmente azotan estas costas, algunos de ellos terriblemente devastadores.
A la hora de apagar fuego desde un barco se cuenta con la principal ventaja de que nunca se acaba el agua, pesadilla principal de un bombero frente a un incendio. El océano te permite gastar toda la que quieras, no hace falta ahorrar. La desventaja principal es una paradoja, en caso de accidente laboral, es posible morir ahogado. Y eso es una putada en un incendio, del humo o del fuego se cuenta con ello, pero no por agua.
Me recuerda a la aparente incongruencia de morir ahogado en el desierto, hecho que ocurre con mucha más asiduidad de lo que podría parecer, en unas tierras donde no llueve nunca pero cuando lo hace es a lo bestia, pudiendo no llover encima de ti pero sí ochenta kilómetros más allá y arrastrarte la riada cuando llega. De hecho, en el desierto muere más gente ahogada que de sed. La escritora Isabelle Eberhardt es uno de los casos más famosos de muerte por ahogamiento en el Sahara. Puedes leer su fascinante historia, me parece que si eres viajero y te gusta el norte de África deberías saber más acerca de ella.
En los barcos, estos son los únicos cañones que me gustan.
Podría haber enfocado este artículo hacia los aspectos más técnicos de la extinción de incendios desde un barco, pero prefiero hacerlo de una manera mucho menos ortodoxa, ya que este blog no es de bomberos sino de viajes y para viajeros.
Éstos podrán, además de visitar la exposición que rodea al Alexander Grantham, subirse a su cubierta y merodear por él. Lo que, pese a estar varado en tierra seca, permite ensoñaciones varias y hacerse una idea del trabajo de todos estos hombres durante el medio siglo de surcar estas sorprendentes aguas prístinas de la Bahía Victoria. Sorprendentes porque uno no se espera esta claridad de un brazo de mar rodeado de una mega ciudad como Hong Kong.
Finalmente llegamos a la exposición de carteles de cine hongkonés en el Hong Kong Cinema Film, la cual es bastante atractiva y también gratuita. Pero hablar de carteles de películas que no se han visto, excepto algunas del famoso Bruce Lee, me parece una temeridad.
Lo que sí puedo decir a los más cinéfilos es que en la tercera planta del edificio se ubica una nutrida biblioteca especializada en cine chino y hongkonés.
Nada más. Para hablar de cosas que no se saben ya tenemos a nuestros periodistas y políticos.