LA ANTI-GUÍA DE KIEV
Nelo | June 5, 2019Después de viajar por tierra desde el norte de Rumanía, pasar por Moldavia, recorrer Transnistria de norte a sur, y de estar unos días en la costera Odessa, llegamos a la capital ucraniana.
Frente a Kiev no hacemos ningún plan. No montamos ningún itinerario. Dejamos, sin oponer resistencia, que la ciudad nos engulla. Nos da lo mismo no visitar sus lugares más turísticos, no tratamos de comprenderla, y obviamos sus maravillosas catedrales.
Simplemente caminamos. Mucho, como siempre. Cuando nos duelen los pies nos subimos a un tranvía o descendemos a las profundidades de su frenético metro.
El metro de Kiev en hora punta tiene poco que envidiar al de otras grandes ciudades. Intensidad arrolladora, sigue la corriente o muere.
En sus vertiginosas escaleras, uno se siente más un minero que un pasajero. La estación de Arsenalna esta construida a 105 metros bajo el nivel de la superficie.
A veces tomamos tranvías que no sabemos a donde se dirigen, pero no importa, siempre van a alguna parte. Otras nos limitamos a seguir una dirección, que suele ser dirección centro.
Alquilamos una habitación en un apartamento más o menos céntrico.
Demasiado independientes para alojarnos a través de couchsurfing, y al mismo precio que dos camas en un hostel, preferimos esta opción porque te da una sensación ilusoria de pertenencia.
El Río Dniéper a su paso por la ciudad. Es artífice de que la capital ucraniana tenga puerto y playa pese a estar muy lejos de cualquier mar.
Playas del Río Dniéper a su paso por Kiev. No es sólo un río en el que te puedes bañar, sino que además es navegable a lo largo de unos 1900 kilómetros.
Intentamos, eso sí, quedar cada día con alguien. Puede ser gente de couchsurfing con los que pasamos un rato, una tarde, o un día, otras veces son encuentros espontáneos, en la calle.
Estos últimos suelen ser los mejores. Acabar con una pareja amantes del Black Metal completamente ebrios y comunicándonos en un inglés macarrónico y en un ruso más que pobre, casi inventado, suele ser una de las más instructivas maneras de pasar la tarde. Y de las más divertidas.
Además todos sabemos que la fiesta buena está en las bodegas y no en cubierta superior. Y el barco va a naufragar de todas maneras, pregunta a tu tatarabuelo qué tal le va, si necesitas darte cuenta de ello.
La abundancia de cerveza negra hace que no tenga ni idea de cómo volver al cubil:
-¡Trip Advisor, chúpate esa!- Grito, perdido, mientras la de los ojos marrones me lleva atravesando la noche por calles desiertas y adoquinadas hasta nuestro apartamento.
Cervezas y rock and roll, un idioma universal. Palabras en común: Motörhead, Metallica, Led Zeppelin. Suficientes para “reconocernos”.
Curiosamente, cuando nos diluimos en la anarquía, en el NO-plan, es cuando se nos va mostrando todo, incluso los lugares más turísticos, y también los que no lo son.
La ciudad se abre justo cuando no intentas abrirla en un estresante recorrido siguiendo el trip-advisor, o la otra biblia de casi todos los viajeros, aquella que encauza y encarcela a sus adeptos, encerrándolos en un canal idiotizado, haciéndolos pasar a todos por el aro, como caniches de circo con mochila:
-¡Descubre un planeta solitario junto tres millones de personas más! Come aquí, duerme allá, visita esto, hazte un selfie justo aquí…sonríe imbécil…¡Ops, vamos Bobby, salta!
¡Al carajo! La paradoja es que, cuando no buscamos, más encontramos.
Y pasando de Internet…
La fórmula perfecta es justo la ausencia de cualquier fórmula.
Al final la ciudad se baja los pantalones como aquella persona que te encantaba pero a la que no hacías mucho caso para que precisamente se fijara en ti. Es contraproducente ser un baboso en pos de un recorrido turístico. El destino elegido, abrumado ante tantas atenciones, acaba huyendo de ti, convirtiéndose en una pantomima de sí mismo.
Jóvenes haciendo sonar sus monopatines entre grafitis, para ellos el comunismo queda muy lejos, en cualquier caso, más allá de su horizonte.
Kiev, desde luego que no sufre los problemas de un turismo de ocupación masivo, y cada cual que haga lo que le dé la gana, faltaría más, pero quien no se atreva que pruebe hacer un día una cosa y al siguiente la contraria, y verá que es como si Dios premiara a los que no creen en él.
A los que sí creen los deja dándose cabezazos contra la pared -todos contra la misma- temerosos.
Puenting sobre el Dniéper, al fondo la playa.
Al final nos hacemos idea aproximada de la ciudad. Aproximada porque lo miremos como lo miremos estamos de paso. Tendríamos que residir en ella para ahondar más, y aún así no siempre ocurre, ni de la misma manera.
Los artículos de este blog sobre Kiev quieren ser de todo menos una guía, o al menos no deberían ser más allá de una descripción de lugares para saciar tus ansías o tu curiosidad antes del viaje. O no. Puede darte información antes de tu viaje o simplemente hacerte soñar una tarde de verano en tu casa.
Ese sería el colmo, que te hiciera soñar con ella aunque no tuvieras pensado ir.
De la guerra de Ucrania contra Rusia, no sé mucho:
Sé que es seguro viajar a la mayoría de las zonas de Ucrania. Y que las zonas ocupadas son posibles de visitar siempre que se disponga de un visado ruso y se acceda a ellas desde Moscú.
Sé que en este caso David (Ucrania) no puede hacer nada frente a Goliat (Federación rusa).
Sé que dicen que en Kiev no se nota la guerra, pero también sé que hay jóvenes que no han votado en las últimas elecciones para así no dar su dirección en el censo electoral y que no pudiesen localizarlos en caso de ser llamados a filas.
Sé que los memoriales impresionan más cuanto más recientes son.
Y sé que siempre se es demasiado joven para morir, especialmente en una guerra.
Esta crónica, y todas las que pienso escribir sobre Kiev te pueden mostrar cosas sobre esta fascinante ciudad, pero el viaje te lo montarás tú.
Será tuyo por mucho que te hable acerca de la estructura de su impresionante estación central de trenes, del encanto de sus viejos tranvías, de la estación de metro más profunda de Europa, o la fuente de la que mana -según mi casero- el agua más pura de Kiev.
Barrio popular de Lukianivska.
Los artículos que pueda escribir sobre la capital ucraniana quiero que sean unos textos sobre ella. Nada más. En ningún caso una guía de viajes:
“Para cualquier viajero que se precie la única guía de viajes que seguirá será la suya propia”
O algo parecido dijo noséquién nosécuando, pero acertó.
No es fácil hilvanar una serie de lugares sin crear una estructura en forma de recorrido, y no pasa nada si así lo hago.
Puerto de Kiev, paseos fluviales, hoteles flotantes y el inicio de la zona de Podil, su barrio bohemio, activo, de moda.
Eres tú la que tiene la responsabilidad de empaparte de ellos pero luego seguir tu propio camino, sin hacer ni caso de lo que te hayan (te hemos) contado.
Kiev vibra, ajena a ti y a mí, en este mismo instante, a orillas de un gran río, intentado sobrevivir en paz, pese a sus problemas, sus sueldos bajos y sus inviernos despiadados, siendo tan cielo y tan infierno como cualquier otra gran ciudad, deseando, porqué no, incluso ser feliz.
Una ciudad con un paísaje urbano muy pintoresco. Gracia por el artículo.