MI CHICA QUIERE DEJARME PARA IRSE DE VIAJE
Nelo | August 30, 2017Imaginaté que estás enamorado o enamorada. Pero no un poco, sino mucho, con todo lo que ello implica. Hasta la médula, nada de tonterías. Es recíproco, por una vez los astros se alinearon y la otra persona siente lo mismo que tú.
Cada día al volver del trabajo aceleras por la autopista hasta casi reventar tu viejo coche para llegar antes a tu cita, que por increíble que parezca es en tu casa y con tu pareja, en la dulce levedad de la rutina, lo que te deja perpleja, el mundo debe haberse vuelto loco.
Pero claro, no eres tonta, quieres viajar más allá, y no sólo quieres, sino que también puedes hacerlo.
Puedes irte de viaje cuando te dé la gana y a donde quieras. La vida te lo debe y ahora es tu oportunidad.
Imagina que quieres viajar y tienes dos opciones principales:
1ª Te largas, lo dejas todo, te vas solo/a.
2ª Viajas la mitad del tiempo que la primera pero con tu amor.
Imagina que realmente no existen más opciones. Tú pareja por las razones que sea no puede viajar más tiempo.
Los viajeros más radicales tal vez hayan elegido ya la`primera, acostumbrados como están a priorizar sus viajes por encima de todas las cosas. Deben de ser implacables, actuar como verdaderas fuerza devastadoras, sabedores de que si no te conviertes en una máquina para viajar, miles de pequeñas fuerzas empujan en sentido contrario dejándote en tierra, en el dique seco, fuera de la partida, ahogados en un espacio ambiguo y monótono, en un bucle espacio-tiempo, en la casilla de la cárcel del Monopoly, el día de la marmota y su infinito invierno, a la que uno se descuida nos meten en un moco verde y nos dejan pegados a las paredes de nuestra ciudad.
Pero recordad que estáis enamorados. Disculpad que insista, pero es fundamental este punto, ¡no lo podemos olvidar!
No es un amor normal, es un “tenías que ser tú”, de los de verdad, el amor de tu vida, un gang bang de sentimientos, comparados con vosotros cincuenta sombras de Grey es un libro para niños, Romeo y Julieta unos simples aficionados, una parejita de panolis, y las películas americanas de los años 50 una burda parodia del amor.
Ahora digamos lo mismo pero de otra manera. Puedes viajar un año en solitario, o medio año acompañado de vuestra pareja/amor/amante/novio. ¿Qué hacéis?
¿Viajas por, digamos, 20 países tú solo o por 10 países en compañía?
En pareja, con todo lo que ello implica: te rascan la espalda, los bosques se llenan de risas y gemidos, y tus brazos de moratones, y te bañas en pozas de montañas celestiales hasta alcanzar el paraíso, y el planeta reflejado en los ojos amados se vuelve mucho más hermoso, y desaparece esa inquietud, ese agujero en la boca del estómago cuando te despiertas antes del amanecer en la habitación extraña de un hotel con la única compañía de un motor de autobús que no se detiene, allá afuera, en el vacío de una ciudad gris inundada de luz naranja plagada de cucarachas.
El enésimo lugar del que escapar otra oscura madrugada.
Mirando el techo de la habitación esta vez deseas que amanezca, y lo hace, tibiamente, solo con la suficiente luz para que puedas ver tu arrugada cara de pringado en el espejo rajado, antes de preguntarte qué desayunarás para cambiar tu estado de ánimo, sin hambre alguna, hasta volver a ser un guerrero solitario que patee de nuevo las calles, antes de hundirte en la siguiente solitaria madrugada naranja.
Nada que ver a cuando te despiertas antes del amanecer, y sin abrir los ojos sientes que está ahí, y te da lo mismo que hora sea, y huele bien, y aprovechas la oscuridad para ser el animal que realmente eres, y alargas la mano en busca del maravilloso culo amado, y como en una canción de Deep Purple, por muy despacio que vayas al principio, acabas gruñendo, palpitante y resoplando como una locomotora de vapor lanzada cuesta abajo mientras se intenta, sin conseguirlo, no despertar a los vecinos.
Con un poco de suerte mientras amanecerá, y se sentirá la tranquilidad después de la batalla visceral mientras las respiraciones dejan de ser estertores y la primera claror del día se filtra por la ventana acompañada del aroma nuevo de una ciudad extraña.
Una ciudad extraña pero siempre amable, o al menos, azucarada bajo el dulzón filtro del amor.
-Mira, cari, que montón más importante de basura y desperdicios hay por todas partes.
-Sí, bueno, eso demuestra que la ciudad está viva, es un ente orgánico, que sus intestinos funcionan.
-Ya, pero es que los edificios tienen una pátina negra del humo de los coches. Si los tocas te quedas pegado.
-Eso debido al fluir de la circulación, que es una metáfora de la vida, por lo que ese negro no es más que el anhelo de cada uno de los coches que pasaron por aquí, como la marca fosilizada de sus antiguas respiraciones, como la luz de las estrellas que se apagaron y aún vemos, el aliento del paso del tiempo plasmado en las paredes.
O cualquier otra tontería por el estilo, porque ya sabemos que estar enamorado es confundir la mierda con Nocilla.
Confusión que está muy bien y es muy agradable. A veces arregla hasta el clima:
Ejemplo: Estás en ciudad rusa a 20º bajo cero con una ventisca que impide la visión más allá de cinco metros:
Solo: Vaya mierda de tiempo, qué carajo hago yo aquí solo, qué asco de ciudad, puta nieve, ¿qué hago todo el día sin poder salir?
Acompañado: Cari, a Rusia hay que conocerla en invierno que es cuando está en su salsa, así es como normalmente es ella y su verdad. La otra Rusia, la del verano, es una fugaz ilusión, no existe realmente, es casi una quimera. ¿Qué tal si hoy no salimos ni de la habitación y vemos caer la nieve en bolas desde la cama, y tú me quieres y yo te quiero, y que le den por saco al Círculo Polar Ártico y por ende a toda Rusia, tundra, taiga y estepas incluidas?
De todas formas, conviene no engañarse, un pájaro ha nacido para volar, igual que un viajero para viajar, ¿cómo impedir esto? ¿No es el amor en este caso un impedimento? ¿No es el amor algo que nos ata a los lugares, a las personas? ¿Qué hacemos?
¿Nos metemos el amor donde nos quepa y tiramos hacia delante? Sería lo lógico. Si estamos solos es fácil, no hay discusión, este artículo no existiría. No hay mérito en irse de viaje en solitario, no merece hablar de ello ni siquiera una sola frase, y muchos menos la cantidad de artículos que se le dedican al tema, no eres ningún valiente por viajar en solitario, eres simplemente una persona sensata.
Pero el amor es de todo menos racional, es condicionante, y tienes que llevar cuidado porque te puedes tirar buena parte del viaje hablando con la otra persona aunque no esté, lo que en cierta manera, me parece triste porque hablas al vacío. Y en ocasiones crea situaciones incómodas, como una vez que me dirigí a una mujer rusa por error en una estación del transiberiano:
-¿Sabes cariño? Me encantan las estaciones de tren, son toda una oda al movimiento, me dan esperanza -Lo he dicho en voz en alta, me giro y hay una mujer voluminosa y con un vestido de flores muy hortera.
Me mira raro y me dice:
-Сосать мою киску, иностранную свинину!!- Y mira hacia abajo.
Lo traduzco, significa:
-¡Otro imbécil que creía que podía viajar solo tan a gusto como cuando no tenía novia, y ahora pasa los días amargado pensando en ella y en lo bonito que sería todo si ella estuviera aquí!
Bueno vale, no significa exactamente eso pero podría ser, la ventaja de los idiomas extranjeros es que uno puede imaginar lo que quiere que necesita que le digan, aunque no tenga nada que ver. Para saber el verdadero significado de la frase pincha aquí.
Existe un verdadero bombardeo hacia los viajeros con el siguiente mensaje:
Mándalo todo a la mierda y vete de viaje.
Y yo lo entiendo muy bien. Lo he practicado algunas veces. Pero puede pasar que ahora no quiera mandarlo todo a la mierda. Tengo un trabajo en las montañas que además me permite viajar y escribir.
En el curro
No viajamos poco, ella ha viajado más en sus 2 años conmigo que en sus 36 anteriores, hablamos de muchos países, Turquía, Marruecos, Rumania, Ucrania, Corea, Japón, Polonia, Holanda, Islandia, Malasia, Singapur, Rusia, etc… pero ella quiere más.
Ella siempre quiere más. Por eso me gusta, entre otras cosas.
Me sorprende escribir esto y tal vez debería cambiarle el nombre al blog pero quizá a mí ahora ya no me hace falta tanto, puede que sea porque hace diez días que volví del transiberiano, o porque ahora sea el puto alquimista que ya descubrió su tesoro, o que ya pasé más días en el desierto que muchos profetas, desde luego muchos más que cuarenta, quizá El Principito se convirtió en Rey, puede que sea Alexander Supertramp después de sobrevivir en Alaska comiéndome todos los osos de la región, puede que sea Jose Luis Perales al regresar en su velero llamado libertad, despeinado aunque con la misma cara de capullo que siempre, y verme reflejado en esos ojos, marrones como el chocolate. Nai na na.
Los viajes dan libertad, el amor da libertad, la combinación de ambos te hace libre, la subordinación de cualquiera de los dos frente al otro resultaría dañina, el funambulista debe de permanecer en perfecto equilibrio. Esta frase tan Coelho se resume en que yo ya lo tengo claro.
Pasé gran parte de mi vida viajando en solitario, ahora tengo una tía desnuda en mi cama día y noche, en los cajones de nuestro dormitorio hay de todo menos pijamas. Ni uno solo. ¿Qué queréis que haga? Además yo ya he probado a viajar en solitario estando con ella. No fueron viajes menores, estuvieron bien pero me faltó algo. Ella. Ahora ya estoy condenado y acepto mi pena con gusto. No pienso volver a hacerlo hasta que estemos hartos el uno del otro. No pienso dejar nada para mañana, me da igual quemar de una sola vez todos los cartuchos, incendiar mis naves, volcar la bolsa sobre el espejo y esnifar todo su contenido, bebérmela entera y de un solo trago.
La chantajeo para que piense como yo mientras me dice que estoy cogido por las pelotas al sistema. Tiene razón, soy un cobarde. ¿Me basta con ella y con unos cuantos viajes al año?
Un largo viaje, un largo final
Y tu pelo rojo en el asiento de atrás.
La Frontera
Mientras tanto planeamos turismo de encierro, viajes de mazmorra, cabañas aisladas donde estemos solos, viejos torreones de paredes gruesas donde se pueda gritar pero tan solo se escuche el ulular del viento.