INDIA, SOBRE LA BELLEZA MÁS ESPANTOSA
Nelo | April 11, 2018En un viaje a la India suele existir una pelea interna en casi todo viajero entre lo que es su posición privilegiada de espectador temporal y las injusticias que sus ojos ven.
En realidad pasa en cualquier parte del planeta adonde se viaje y también debería pasar en el lugar de residencia de cada uno, pero la India lo acentúa.
Porque creo que la India no es mejor ni peor que otros lugares, sino tan solo más exagerada, más sazonada y más especiada, por lo que las cosas, tanto las buenas como las malas, son aún más evidentes. Lo bonito es más bello y lo injusto es más terrible, y así con todo.
Mercado de flores de Calcuta.
Pero lo bueno y lindo se lo dejaremos a los poetas, ellos sabrán como describir un atardecer en el subcontinente, cuando se prenden los fuegos en las cocinas y todo se llena de una bruma que suaviza un cielo encendido y el paisaje se vuelve tan dulce que parece que es posible incluso cierto equilibrio y bondad que compensan de sobra las horas más descarnadas del día. Esas que, de vez en cuando, abofetean sin piedad la conciencia, cuando lo podrido triunfa sobre lo hermoso.
Machismo, explotación infantil, pobreza extrema etc. suelen escandalizar a algunos viajeros/as, que a la vez, se sienten culpables de tanta belleza que sus ojos ven. Del descubrimiento de una cultura diferente que tiene tantas cosas buenas y malas como la del viajero en cuestión, pero que son mucho más fáciles de ver porque no coinciden con los patrones conocidos del lugar de origen.
Puente Howrah, Calcuta.
Se puede tratar de tener menos sensibilidad que una ameba, o se puede tirar de los recursos acumulados a lo largo de años y kilómetros y convertirte en un mercenario con el corazón de hierro. Se puede llorar, o ser un tipo que está de paso o pensar que te dedicarás a reparar injusticias el resto de tu vida, no importa, cada cual tiene sus recursos, pero encontrar belleza dentro de lo trágico suele ser desconcertante. Y solemos escondernos una de las dos, como si no pudieran ir de la mano, -blanco o negro- pero eso es tan sólo una ilusión porque a veces van tan mezcladas como unos huevos revueltos.
Lal Bazar, Calcuta.
Al igual que la erupción de un volcán puede causar muchas víctimas pero es innegable su belleza explosiva, los monzones arrasan cultivos, rompen carreteras y provocan ahogados cada año, pero el día que caen las primeras gotas y el cielo se abre como si cayeran cubos de agua la gente se vuelve loca de alegría, y chapotean en lo inundado con lujuria tropical. Si pasáramos el final de la estación seca en Delhi o Calcuta entenderíamos muy bien por qué.
Asociar lo hermoso con lo justo y con lo limpio es un pensamiento muy occidental. Son los frutos de una sociedad consumista en extremo y absolutamente bipolar en su lineal pensamiento: Limpio sucio, bueno malo, caro barato, bonito feo. Yo creo que es cuestión de puro marketing. A mi parecer en las sociedades orientales asiáticas, aunque cada vez más vencidas por nuestro life style, todavía perdura un pensamiento más circular. En Japón, -donde los dependientes del super mercado no se cuentan el fin de semana a grito pelado mientras reponen las estanterías, y hay silencio y se puede pensar- lo disocian en un montón de conceptos diferentes, siendo uno de los más conocidos el “wabi sabi”, basado en la belleza de la imperfección, de lo escueto, de lo usado y manoseado. Basta la pátina del tiempo adherida a un objeto para que adquiera belleza o aún más preciosidad en el caso de que ya la poseyera.
Radicalizando el concepto japonés wasi sabi, del que puedes saber más pinchando en este otro artículo, podemos encontrar escenas terriblemente bellas hasta en lo más salvaje. Una vez estaba trabajando en el borde de un barranco cuando a nuestra altura una paloma torcaz volaba tranquilamente, de repente un halcón se echó sobre ella a una velocidad de vértigo, todo pasó en un segundo, la paloma desapareció dejando en su lugar una nube de plumas que fueron cayendo a tierra unas tras otras. El sonido que produjo el impacto fue tan estremecedor como el silencio tras él. Fue fuerte, fue trágico, fue incluso cruel, pero fue muy hermoso. En la tele es tremendo ver cazar una tigresa a un cervatillo, pero a todo el mundo le gusta ver a la tigresa amamantar a sus crías, cosa que sería imposible sin esa caza. ¿Hay belleza pues hasta en la violencia? ¿Me temo que sí?
Incluso en los barrios más pobres de la India es posible ver belleza en estado puro en medio de las situaciones más injustas, unas risas en medio de una calle con una alcantarilla a cielo abierto, la manera en que un hermano mayor agarra de la mano al pequeño sorteando el tráfico, una flor dibujada con tizas de colores en una cochambrosa pared, la forma de echarse para atrás el pañuelo una mujer que está cocinando rodeada de perros callejeros. La pobreza es indigna por sí misma pero no hace indignas a las personas que la sufren, y la dignidad embellece más que las más suntuosas joyas.
¿Deja de existir la belleza en un país machista? India es muy machista en general, pero si eso fuera así no se libraría ningún país del mundo. Todo el mundo sería feo, y en ese sentido todo el mundo es feo. Y lo malo es que no hay solo machismo, explotación infantil o cualquier otro tipo de hechos que atente contra la dignidad de las personas desde el punto de vista occidental, aún existen cosas peores: ¿Habéis pasado por una zona en guerra?
¿Cómo hacemos para poder soportar las injusticias del planeta? ¿Dejamos de viajar conmovidos por el dolor? ¿Cómo equilibramos nuestra sensibilidad y conocimiento con nuestro derecho de ser felices? ¿Nos retiramos del mundanal ruido en lo profundo de una cueva o hacemos de nuestras tripas corazón? ¿Nos hacemos los tontos o nos quedamos en casa?
Quizá haya belleza en una mirada de rebeldía o de odio frente a una situación de abuso, de no aceptación de la situación, en la esperanzada manera de rezar frente a un mugriento altar pidiéndole a los dioses que un día acabe la fatal pesadilla, o en las chicas Femen que enseñan sus tetas al mundo en grito de protesta frente a una sociedad que huele a macho y a vodka. Quizá haya belleza en su esperanza.
Reduciéndolo todo sin concesiones a un nivel estético, hasta un virus reproduciéndose es en ocasiones bonito, ¿has visto el vídeo de uno de ellos en plena orgía en un microcoscopio? Paradójicamente, también pura vida.
¿Deja de ser bello el océano pese a que si nos caemos del barco moriremos seguro después de una espantosa agonía? ¿El Mediterráneo deja de ser precioso aunque gobernantes crueles dejen morir a la gente que tratan de cruzarlo con métodos prehistóricos y a escondidas? ¿Dejamos de bañarnos en él? ¿Si sigo bañándome soy un capullo desconsiderado?:
-Cariño, ¿me pones cremita?
O peor aún:
-¡Oh mierda! ¡Se me calentó la cerveza!
¿Y las estrellas que dejaron de existir hace años y todavía nos llega su brillo? ¿Y las oscuras tormentas que una tarde de verano oscurecen el día hasta convertirlo en un simulacro del fin del mundo? ¿y las tumbas anónimas de los poetas en los arcenes de olvidadas carreteras?
Sólo el viento se oye en la colina
La colina de los hombres sin nombre
Generación 77
¿Puede existir belleza en un paisaje contaminado o devastado? Recordemos las minas de río Tinto o el horizonte destrozado por la minería romana de las Médulas.
¿Has visto una puta refinería de petróleo iluminada por la noche? Es alucinante.
Un incendio forestal también es terrible, por un tiempo todo muere, todo desaparece, pero ¿habéis visto de noche grandes montañas arder en directo? Es bello, el condenado. O para entendernos todos ¿acaso alguien se atreve a decir que el fuego no es hermoso? De hecho acompaña a los humanos desde mucho tiempo antes que el teléfono móvil.
¿La belleza es una cosa y la justicia otra?, ¿la pobreza y la dignidad también están separadas?, cuando pasas mucho tiempo en el desierto una lata de sardinas vacía y oxidada puede ser entrañable, un consuelo para tus ojos, alguien estuvo allí antes que tú, respirando, cansado y extasiado, preocupado también de no encontrar el siguiente pozo. Yo me he emocionado frente a una lata de sardinas vacía y oxidada, ¡qué me encierren en un manicomio!
La visión de gente viviendo debajo de una autopista en Calcuta es de las que impactan, pero tal vez un adecuado atardecer la embellezca aunque sólo sea por una fracción de segundo, tamizada la luz por la contaminación ambiental, por el espantoso humo de las fábricas.
¿Acaso no hay gran belleza en los palacios y en los fuertes repartidos por la India? La hay, pese a que el maharajá o sultán de turno que los construyó fuese un déspota despiadado y entre sus muros se cometiesen las más espantosas atrocidades.
Existe hermosura en la cobra de picadura mortal y venenosa, como también existe en muchos cementerios.
Cementerio escocés de Calcuta, con sus tumbas destrozadas por los monzones.
¿Cómo ser felices si al final nos morimos seguro? ¿cómo soportarlo? Pues tal vez precisamente por eso. Existe belleza en lo efímero tan sólo por serlo, aunque ese momento no esté teñido de rosa y adornado por un lazo.
Cuando alguien querido muere, ¿acaso dejan de ser bonitos nuestros recuerdos con esa persona? Aunque duelan. Mucho.
Durante años me pregunté cómo viajar por el mundo siendo consciente, o lo que es peor, consecuente frente a lo malo, tragedia, injusticias bla bla bla.
O te conviertes en un lerdo insensible especializado en los aguardientes caseros de cada región o cuanto mayor conocimiento y experiencia más deberías darte cuenta de lo trágico, o ambas cosas.
La de los ojos marrones en tren sobre los campos dorados de Bengala Occidental.
De por qué nos damos cuenta más en la India que en nuestro país de origen creo que se debe solamente a que en nuestro país de origen estamos acostumbrados a lo que hay.
Romper las anillas de los plásticos que unen las latas de cervezas para que no se enganchen las tortugas cuando lleguen al mar, tener un auto híbrido o desfilar tocando la pandereta en el día de la mujer no nos debería parecer suficiente, aunque esto no es una crítica, me encanta que la gente toque la reivindicativa pandereta y que las tortugas naden a sus anchas.
A veces me pregunté si no estaba perdiendo sensibilidad, como una herida que cicatriza y deja de doler o duele menos, pero quiero creer que no es así, sino que también se es más consciente de lo positivo y eso compensa la balanza y controla el derrapaje. La buena gente y la buena suerte existen: la alegría, la belleza que hay en todo y todas esas cosas (estamos vivos, joder, qué más quieres) compensan lo malo en una especie de yin yang vital.
El autor en Darjeeling frente al Kanchenjunga de 8556 metros de altura.
No creo que tengamos que sentirnos mal por viajar más allá de lo recomendable. Y ya sabes, el rollo ese de las lágrimas que no te dejan ver las estrellas y todo eso.
Si no te convence, podemos preguntarnos si somos culpables de todo, y la respuesta es obvio que no, solo de lo cabrones que personalmente hayamos sido, pero nada más.
Tú no tienes la culpa mi amor que el mundo sea tan feo,
tú no tienes la culpa mi amor de tanto tiroteo
Manu Chao